(Carlos López y Cecilia Casariego con Las Catrinas. Foto T.R.)
Continuamos con esta segunda y última crónica (ver aquí la primera) comentando los espectáculos vistos en la 42ª edición del Festival Internacional de Títeres de Bilbao (Bilbao TX), que tuvo lugar del 18 al 26 de noviembre de 2023. Un festival que está ocupando de nuevo el lugar que le corresponde, al ser además uno de los más antiguos del país.
Concretamente voy a hablar de los siguientes títulos: Baleazaleak, de la cía. Ostomila; Gure Kanoa, de la cía. Zurrunca; Maletas Mágicas, de la cía. del mismo nombre; y Tabula, de la cía. Les Cícliques.
Baleazaleak, de Ostomila Taldea
La compañía Ostomila, afincada en Irún y conformada por la reconocida titiritera, actriz y teatróloga nicaragüense Zoa Tamara Cuéllar Meza y el músico y pedagogo vasco Rubén Mejuto Fernández, estrenó su nuevo espectáculo Baleazaleak en la Cúpula del Teatro Campos Elíseos de Bilbao. Lo hizo acompañándose de tres cantantes que iban marcando las diferentes secuencias con preciosas canciones populares sobre el tema de los balleneros vascos, que en los siglos XVI y XVII viajaban hasta Labrador y Terranova a cazar cetáceos. Comercializaban sobre todo el aceite, el llamado ‘saín’, de propiedades excelentes para las lámparas pues ni sacaba humo ni olía mal. Buena parte de Europa se iluminó en aquellos tiempos con aceite de ballena pescada por los arpones vascos.
El trío vocal con Rubén Mejuto a la derecha. Foto Nati Cuevas
La compañía Ostomila, que al ser uno de sus integrantes músico, gusta tener música en directo en sus espectáculos (Rubén Mejuto en el teclado, y en algunas obras el acordeón de Garazi Navas), decidió poner en escena una obra sobre el tema de los balleneros con sus largos viajes y peligros, pero con el acompañamiento de tres cantantes, al existir todo un repertorio de canciones populares sobre este tema. Zoa Tamara, por su parte, conoce muy bien el lenguaje de los títeres especialmente en historias basadas en relatos mitológicos nicaragüenses, que ahora aplica al contexto vasco, tan rico en leyendas y personajes míticos.
Foto Nati Cuevas
Elaia, la protagonista de la obra, tras encontrar el secreto de Shelma Huxley, la historiadora inglesa que descubrió y estudió la presencia de naves balleneras vascas en Canadá en los siglos XVI y XVII, iniciará un viaje a la época de los Balleneros donde conocerá recónditos lugares y seres mitológicos de la cultura Mikmaq. Pero lo interesante es que los distintos episodios de esta aventura están sostenidos y transitan entre sí con las canciones del magnífico trío vocal de voces graves, compuesto por Iñigo Vilas, Iñaki Urzainki y Jon Larrauri.
Foto Nati Cuevas
Lo hace Ostomila con un equipo de tres actores titiriteros: Zoa Tamara, que también firma la dirección, Rubén Mejuto y Asier Burguete. Un esquema clásico de retablo alargado que combina los títeres con las sombras, para mostrar las escenas más poéticas y marineras.
Zoa Tamara Cuéllar Meza. Foto compañía
Una obra que desvela acaecimientos históricos del pueblo vasco poco conocidos por el público en general. El resultado es un precioso espectáculo que da gusto ver y escuchar, pues la parte musical es sin duda alguna uno de sus mayores atractivos.
Gure Kanoa, de Zurrunca Taldea
Fue un placer volver a ver este espectáculo de Zurrunca, una de las jóvenes compañías vascas de títeres más prometedoras y exigentes en su trabajo,
Foto Nati Cuevas
Nuestra Canoa, (Gure Kanoa) es la historia de Abba, un niño tan encantador como atrevido, nacido en una familia de pescadores Senegalenses. Para poder continuar pescando junto a su padre en la “Casa de los Peces”, Abba se embarcará en un largo viaje, acercando la realidad de dos culturas, dos mundos, llevando la voz de Maam Kumba, el Canto de la Tierra, al pueblo de Izaro.
La obra se centra en el tema de la migración y de los viajeros furtivos. Dice el programa: ‘Abba, es un niño nacido en una familia de pescadores en Senegal. Él bien sabe que cuando Maam Kumba, la vieja sabia, canta, el Pez Luminoso que habita en su corazón se sumerge en la Casa de los peces, como allí es denominada la mar, y atrae la pesca para que los pescadores puedan alimentarse. Pero por desgracia los grandes buques han atrapado en sus redes al Pez Luminoso, y de esa manera, han transformado el modo de vida en la aldea de Abba. Maam Kumba ha quedado muda, se ha silenciado el canto del pueblo, y ya no hay peces en la Casa de los peces. Y es por ello que Abba se verá inmerso en un viaje lleno de sorpresas y aventuras’.
Foto Nati Cuevas
Son exquisitos los momentos más líricos de esta relación del protagonista con el Pez Luminoso, representado por una preciosa marioneta que fascina con sus movimientos ondulatorios. Y como no podía dejar de ser, la música ocupa un papel importante en la obra, con una bonita canción que concluirá la obra con la entusiasta participación del público.
Foto Nati Cuevas
Excelente la interpretación de los dos jóvenes actores, con muy buena presencia y siempre con la atención y la sensibilidad despiertas. Se les nota ya un oficio consolidado por años de práctica. Creada en Navarra en el año 2008, hoy instalada en Vitoria-Gasteiz, Zurrunca busca comprometerse con problemáticas sociales de las que más incomodan, a través de la sutileza, el humor y la poesía.
Carlos López y Cecilia Casariego, con Maletas Mágicas
De Argentina llegaron las marionetas de Carlos López y Cecilia Casariego, aunque Carlos es un vasco de Tolosa que antes de irse a las Américas, recaló un largo tiempo en el Taller de Marionetas de Barcelona, donde conoció al maestro albaceteño Pepe Otal, de quién aprendió la técnica del hilo.
Carlos López y Cecilia Casariego. Foto T.R.
Pertenece a esta estirpe de titiriteros que gustan de la aventura y para los que la marioneta es algo más que una profesión, pues en su práctica se conjuga el viaje, el arte, la poesía, la amistad, la curiosidad de las culturas diferentes y el servicio, entendido este como una práctica que apuesta por la Libertad y por dar apoyo a los más débiles y necesitados. Como dijo Adolfo Ayuso en un artículo de 2012 en Titeresante (ver aquí), cuando Carlos recibió el preciado trofeo de UNIMA Catalunya, una estatuilla del maestro Juli Pi, el histórico titiritero que estuvo en los IV Gats de Barcelona: Su trayectoria en el teatro vasco ya era larga: venía de fundar en Aduna, una población cercana a Tolosa, un laboratorio de artes varias llamado Asvinenea (2003): danza, equilibrios, sueños y marionetas. Es decir, cuando llegó a Barcelona ya llevaba en la sangre el virus del teatro en sus variantes más heterodoxas.
Foto T.R.
En el Taller fue uno de los timoneles que tras la muerte de Otal guiaron el Taller hacia lo que es hoy: la Casa-Taller de Marionetas de Pepe Otal, un lugar abierto a cuántos quieren aprender los secretos del hilo y de muchas cosas más. Un día se cansó de Barcelona, y con sus amigos del Taller, el colectivo entonces llamado S.O.S Titelles, montaron una expedición a las Américas que titularon Laboratorio TiTiRinante. De muestra, llevaban un Cabaret Ambulante, con la idea de expandir las experiencias del Taller más allá del río Ebro y del Finisterre gallego (ver aquí).
El niño sin piernas. Foto T.R.
A bordo de la Thomasa, un camión caravana que se arreglaron ellos mismos, partieron de los Estados Unidos para recorrer ni más ni menos que México, Guatemala, San Salvador, Honduras, Nicaragua, Costa Rica, Panamá, Colombia, Ecuador, Perú, Bolivia y Argentina. Argentina le robó el corazón y allí se quedó. Hoy habita en Misiones, junto con su compañera Cecilia Casariego, desde donde sigue haciendo lo que mejor sabe hacer: practicar y enseñar el viejo arte de las marionetas.
Reza el programa: El viaje comienza. Las maletas están listas. Dentro de su maleta cada marioneta crea un mundo mágico, una historia hecha de ”maletas mágicas”. Las maletas de dos titiriteros que, tras encontrarse por el camino, se unieron en los lazos del amor para proseguir juntos la aventura vital de su arte.
Un espectáculo de maletas artísticas con números distintos que se van sucediendo y que buscan la sorpresa, el ingenio y ese misterio intrínseco a la marioneta, ese títere que desafía la fuerza de la gravedad con la sutileza de los hilos, implantando la enigmática suspensión que las define, con esa verticalidad que las ancla a un espacio sin tiempo.
Las Catrinas. Foto T.R.
Personajes misteriosos, algunos son puras máscaras suspendidas con la caída de sus telas; en otros la maleta encierra a un muchacho divertido pero a su vez truculento, ya que le falta medio cuerpo, con un cangrejo que lo persigue, en una escena de un humor negro surrealista; o las dos Catrinas que salen de sus ataúdes, esas damas cadavéricas de México, que nacieron para burlarse de los políticos y han acabado como uno de los personajes más queridos y reproducidos de las fiestas mexicanas de los Muertos.
Un espectáculo de cabaret de marionetas honesto, sencillo y a la vez sofisticado, en el que Cecilia y Carlos muestran los espléndidos resultados de sus labores creativas, entre el hilo, los viajes, las maletas y la Vida.
¡Buen viaje por los caminos del arte!
Tabula, de Les Cícliques
El Festival nos llevó el jueves 23 a la sala La Fundición de Bilbao, un espacio que conocía desde hace muchos años, pero en el que nunca había entrado, y que me encantó, dedicado básicamente a la danza, pero con un escenario y una proximidad muy adecuados para los llamados teatros de títeres, visual y de objetos. Actuaba la compañía catalana Les Cícliques con Tabula, una obra que ya conocía pero que volví a gozar, descubriendo como ocurre en estos casos, nuevos matices y enfoques. Una obra interpretada por cuatro bailarinas y dirigida por Julieta Gascón, bailarina y coreógrafa de la compañía Zero en Conducta, y que en esta ocasión sustituyó a una de las Cíclicas, que estaba de baja. Las cuatro intérpretes habituales son Berta Recasens, MA López, Patricia de Haro y Saray Segura.
Foto compañía
La obra plantea la siguiente pregunta: ¿Qué ocurre en el interior de una persona cuando un accidente convierte su mente en una pizarra en blanco, es decir, cuando se hace tabula rasa de todos sus conocimientos y de su memoria?
En la propuesta de Les Cícliques, lo que se hunde en el interior de la protagonista -representada por un títere de tamaño humano- es el mantenimiento de una identidad fija, forjada con los años, dejando en libertad los contenidos más íntimos de la persona, que configuran un universo de contrastes y de oposiciones entre las múltiples voces de su mente desestructurada.
Foto compañía
De todo esto habla Tabula, con la magnífica interpretación de las cuatro jóvenes titiriteros-bailarinas. Vestidas de rojo, en contraste con el títere blanco y en consonancia con el interior orgánico y sanguíneo de la protagonista, las cuatro intérpretes realizan un trabajo de impacto, con una coreografía combinada con la manipulación conjunta del títere, creando un efecto de enorme complejidad. Se nota aquí el oficio de la directora en sus trabajos con Zero en Conducta, acostumbrada a la descomunal disciplina que exige este tipo de teatro.
A lo largo de la representación, las cuatro manipuladoras bailarinas van encarnando distintas versiones de la mujer accidentada, en una muestra explosiva de su interioridad fragmentada. Lo más interesante de la propuesta, a mi modo de ver, es lo siguiente: más que una recuperación de la memoria, lo que se configura en el escenario es una nueva identidad, la que resulta del esfuerzo creativo de cómo somos capaces de resolver la multiplicidad que nos habita y nos fragmenta. En Tabula, esta creación se manifiesta a través de la danza y de la metáfora de la escritura: sólo cuando la persona accidentada escribe en una hoja en blanco quién es y quién quiere ser, ese deseo se hace realidad.
Un trabajo excelente que entusiasmó al público de Bilbao, como pudimos comprobar cuando al acabar la función las actrices ofrecieron una charla sobre la obra.