(Beñat Lefever. Foto de Nati Cuevas)
Hay momentos en los que las malas noticias se acumulan; ayer mismo nuestro compañero del mundo de los títeres, Beñat Lefever, inició su última y definitiva gira, tras varios meses entre médicos y hospitales. Todo ello a pesar de su firme voluntad, de su permanente deseo de llevar adelante todo tipo de actividades para promocionar el teatro de títeres, el euskera y la cultura vasca.
Primero desde Baiona y luego desde Bardoze, localidad en la que ha sido un dinamizador de la vida sociocultural, fue una pieza importante del títere vasco, en sus inicios con el grupo Episodes de Aquitania, con el que presentó la obra Orreaga en uno de los primeros festivales de Bilbao, allá en el Teatro Ayala. Luego fue Kukubiltxo quien movió ese espectáculo, y con ellos estuvo también Beñat.
Es en esos momentos, cuando coincide con Miren Bilbao en un cursillo de euskera, encuentro del que surgió una pareja y un nuevo grupo de teatro de títeres: Azika. Este grupo ha sido una buena representación de los txotxongilos en Iparralde, actuando también en nuestra comunidad, y formando parte de UNIMA EH de la que fue Vicepresidente algún tiempo.
Benat Lefever. Foto Nati Cuevas
También fue asidua su participación en los Txotxongilo Eguna, en los Encuentros de Zugarramurdi, e incluso llegó a organizar un encuentro de los títeres vascos, que llamó Itzuli Mitzuli, en Bardoze en 2014 y que resultó una jornada muy emotiva.
Siempre es duro escribir cuando un compañero se va, y más duro lo es cuando has tenido muchas vivencias con él, cuando has compartido muchas actividades en ese espacio de la cultura vasca, tan singular, tan atractivo como es Iparralde. Beñat, más que un compañero ha sido un amigo, una persona muy especial al que hemos querido mucho.
Entre sus últimas actividades está la colaboración con el grupo Bihar dirigiendo su espectáculo Odisea, realizando la traducción al francés y realizando finalmente diversas actuaciones con ese espectáculo junto con Ainhoa Etxebarria.
Sirvan estas emocionadas líneas para dejar memoria de su estancia con nosotros, con el títere vasco, tanto entre los que lo conocimos como entre los que se han incorporado más recientemente. Todos debemos estar orgullosos de que formara parte de la familia titerera.