(Inauguración con Los Titiriteros de Binéfar. Foto T.R.)
Se ha iniciado este miércoles 9 de octubre el festival Parque de las Marionetas 2024 que se realiza durante las Fiestas del Pilar de Zaragoza en el Parque Grande José Antonio Labordeta. Hasta el domingo 13 de octubre, el Parque, en sus múltiples escenarios situados en carpas y al aire libre, mostrará el rico programa que la asociación ARES con la dirección artística de Alejandro Á. Longines ha preparado para celebrar el 25 aniversario del Festival.
En esta crónica vamos a hablar del espectáculo inaugural, a cargo de Los Titiriteros de Binéfar, y de los tres maestros del títere de guante que, como es tradicional, ocupan una de las partes centrales de la programación: Antonino Murro, de Cagliari, Cerdeña; Federica Martina, de Nápoles, y Paz Tatay, de Madrid, hoy residente en Toulouse, Francia. Con el vacío que ha dejado la no participación este año del titiritero residente del Parque, Luís Zornoza Boy, cuyo público lo ha buscado en vano estos días del Pilar.
También hablaremos de los Premios que cada año otorga el Parque de las Marionetas: el Premio al Mejor Espectáculo concedido a Markeliñe, del País Vasco, con la obra Artilusio, y el Premio a la Trayectoria para Carmen Blasco, jefa de programación del Ayuntamiento de Zaragoza.
Dragoncio, de Los Titiriteros de Binéfar
Abrió el Festival este clásico de la afamada compañía de Binéfar, Dragoncio, con el que Paco Paricio y Eva Paricio, bien acompañados en la música por Ángel Vergara y Elena Polo, se acercan sin complejos al género cachiporrístico de los títeres, aunque, como es propio en la compañía, lo hacen a su manera, es decir, mostrando la envidiable libertad que estos grandes titiriteros aragoneses han mostrado en el desarrollo de su actividad.
Paco Paricio en Dragoncio. Foto compañía
Una libertad que se manifiesta y se acompasa con una entrega total de los actores al espectáculo, es decir, con el oficio de cómico maravillosamente atendido. Una libertad que vemos también en los constantes cambios de registro que Paco y Eva van haciendo, unas veces fuera del Retablo y con la música siempre enlazando la acción; otras detrás de él, ejerciendo de clásicos titiriteros que sin embargo no tienen nada de clásico, pues impera un pragmatismo libertario que busca resolver cada escena según mejor vaya a la historia y a los títeres, sin dejar nunca de atrapar a los espectadores.
Y es que Los Titiriteros de Binéfar han conseguido crear un registro propio y muy particular, basado en una plástica de materiales nobles y populares, y a través de la música y las canciones, con un ritmo impecable que engancha de inmediato tanto a los niños como a los espectadores más mayores.
Eva Paricio y Ángel Vergara. Foto compañía
En el caso de Dragoncio, la influencia que ha enmarcado su propuesta del conocido tema del Dragón y la Princesa, es una perspectiva de mirada larga y transversal en la que la temida fiera va perdiendo su villanía, acoplándose a las emociones humanas, tras ser domado por el intrépido caballero, que llega como no podía ser de otro modo con un intrépido caballo blanco de gran personalidad.
Cuando la fuerza arrolladora de Eva y Paco se suman en una obra, como ocurre en Dragoncio, los de Binéfar se suben a lo más alto de sus quehaceres titiriteros. Un clásico que para esta presentación inaugural en el Parque de las Marionetas la compañía ha querido dar aún mayor lustre con la incorporación de un segundo músico, Elena Polo, experta intérprete de la gaita aragonesa que ha sumado sus dotes a las del indispensable Ángel Vergara en un acompañamiento sonoro de una gran categoría.
Eva Paricio con Dragoncio. Foto compañía
El público, entusiasmado, ha aplaudido entregado a los cómicos de la legua de Binéfar, los cuales, por un momento, pensamos que llegaban directamente del fondo de la Historia, por los ricos atuendos de antiguas resonancias y por el porte curtido de quienes han vivido mil batallas en los escenarios del mundo. Yo los situaría directamente bajo la influencia de un fondo de raíces romanas y moriscas, bien pasado por la vitalidad medieval y el espíritu libertario del Renacimiento y sus comedias del Arte.
Tres maestros del guante
Actuaron los tres maestros que el Festival ha programado este año en una de las esplanadas de césped que rodean la placita del quiosco de música, el lugar donde solían actuar hace dos años, pero por lo visto en perpetua restauración, según nos dijeron desde la organización, sin que siquiera hayan empezado los trabajos. Una lástima, creo, pues se ha perdido el resguardo que proporcionaba la placita con su acogedora glorieta modernista, que servía además de escenario a los músicos del Teatro Che y Moche, con sus virtuosos instrumentistas.
Aunque eso no impidió al público disfrutar del trabajo de altísimo nivel de los tres titiriteros invitados, que vamos a tratar a continuación.
Antonino Murro, de Cerdeña, con Anima e Cuore
Nos encontramos antes una de las veteranas compañías italianas, Is Mascareddas, de Cagliari, que más ha hecho para dinamizar el arte de los títeres en la isla de Cerdeña, un lugar que hasta hace poco carecía de los personajes tradicionales que las ciudades italianas suelen tener, a los que allí llaman máscaras.
Tonino Murro con Arestes Paganos y la Muerte. Foto T.R.
Is Mascareddas, formación creada por Antonino Murro y Donatella Pau, pusieron en su día remedio a esta carencia, al crear un personaje nuevo que se ha sumado así al elenco de las máscaras tradicionales italianas: Arestes Paganos.
Dotado de la picardía y las características que suelen tener los héroes populares de los títeres, Paganos destaca por la forma de su cara, alargada como lo es la máscara que cubre parte de su rostro. Un contorno que se explica por una peculiaridad de la isla: la importancia que ha tenido siempre en Cerdeña la cría de la oveja y el carnero, que allí llaman Pécora. El rostro de Arestes Paganos nos recuerda lejanamente el morro estirado de las cabras y ovejas más unos ojos estirados de animal, como si esta presencia de la economía rural sarda hubiera tallado en parte la faz del héroe nacido de las manos de los dos titiriteros de Is Mascareddas.
Arestes Paganos en escena. Foto T.R.
Antonino Murro es quien se ha encargado de dar vida al personaje y lo ha hecho con un humor y una ironía de alto voltaje, como es propio de alguien que se toma muy en serio el oficio de los títeres, al que ha prestado una atención en profundidad afín de sacar todo el jugo posible a la tradición. Pero lo ha hecho desde una posición desabrida, de quien se mira esta tradición con ojos actuales, con ese escepticismo que ya no se deja engañar por las hoy innecesarias complejidades argumentales. Pues el asunto que trata la obra parte de unos mínimos temáticos que sin embargo son los que permiten alcanzar los máximos a los que llega Murro.
Con Arestes Paganos ejerciendo de presentador del espectáculo, todo el asunto gira alrededor de los desastres que su ayudante Pepino, el otro personaje de la obra, ha creado en el escenario, concretamente un agujero por el que todo el mundo cae, y especialmente el protagonista, Paganos, siempre impedido de empezar la obra ante la necesidad de ser rescatado a cada momento.
El Diablo y Arestes Pagano. Foto T.R.
La gracia es que este agujero que solo vemos desde la imaginación toma una realidad absoluta, apoderándose de toda la obra, creando la paradoja de mantener la atención del público en algo que nadie ve.
Incluso cuando parece que el espectáculo va a empezar con una magnífica pareja de cantantes de ópera, la diva cae también por el fatídico agujero. No conviene desvelar más del argumento, solo indicar que también aparecen los indispensables personajes del Diablo y de la Muerte, que acompañan la irrupción teatral de Arestes Paganos en sus aventuras sardas.
El público de Zaragoza se dejó llevar por el humor surrealista de Tonino Murro, encantado de haber conocido estos matices nuevos, tan llenos de frescura y de un humor inteligente y disparatado que el de Cagliari ha incorporado al teatro popular italiano.
Paz Tatay, con La Muerte de Don Cristóbal
Volvió a demostrar Paz Tatay, en esta segunda aparición en el Parque de las Marionetas, su gran categoría de titiritera solista del títere de guante, con el personaje de Don Cristóbal Polichinela, que ella ha sabido recrear tras haber desaparecido de España en su forma tradicional. Una verdadera creación tanto del personaje como de los que lo acompañan, como la vieja que intenta quitarle sus bolsas de dinero, una especie de señora Polichinela o de alter ego en femenino del Don Cristóbal.
Paz Tatay amb Don Cristóbal Polichinela y la Vieja. Foto T.R.
Pero no solo es la Vieja, también la Muerte que aparece para llevarse al héroe, tiene rasgos muy peculiares y originales, con este gusto por la bebida que Tatay le ha proporcionado. Personajes nuevos que exigen como es lógico también una nueva manera de moverse, es decir, de ser manipulados por la titiritera. Y es aquí donde vemos el extraordinario refinamiento de Paz Tatay, capaz de dar a sus títeres unos matices increíbles en el movimiento de las manos o en sus desplazamientos por el escenario.
Otra característica del trabajo de Paz con el títere tradicional es su tendencia a dar al conjunto unos tintes oscuros, de humor negro en algunos casos, que casa de maravillas con el género que practica, y que intriga a los espectadores más pequeños, que se sienten tratados como adultos, que es cuando funcionan bien los espectáculos para niños. Claro que La Muerte de Don Cristóbal ya contiene temáticamente esta oscuridad, al estar sus personajes situados en los límites de la vida: viejos el héroe y la antiheroína, así como la misma Muerte, vieja, borracha y pasada de rosca.
Don Cristóbal Polichinela y Paz Tatay. Foto de Jesús Atienza
Situar la Muerte en el centro de la obra es poner en el dedo en la llaga y hacer que la obra dé en la diana de lo que es un espectáculo de títeres: estar constantemente en la línea divisoria entre la vida y la muerte, tal es el otro gran acierto de la versión que nos ofrece Paz con este título.
El público aplaudió con ganas la madurez y el virtuosismo mostrado por Paz Tatay, una maestra del género que ha sabido poner altura a una tradición vetusta pero que en sus manos mantiene la más jovial de las buenas energías titiriteras de toda la vida.
Guaratelle, de Federica Martina
Había visto actuar a Federica no hace mucho en Palermo en un mano a mano con quien ha sido su maestro, Bruno Leone, y actuando en un espacio cerrado. Una representación memorable que entusiasmó al público, con la obra Il doppio di Pulcinella (ver aquí).
En el Parque de las Marionetas actuó al aire libre en la esplanada de los títeres de guante, acompañada por el músico y cantante Ivano Tornatore. Un contexto diferente que obligó a la titiritera napolitana a desplegar todo su saber en el teatro hecho en la calle, que ha practicado profusamente a lo largo de sus años de aprendizaje.
En plena función. Foto T.R.
Con un atuendo de falda larga que recordaba el de las gitanas ambulantes de antaño, Federica se metió el público en el bolsillo gracias a su gran vitalidad y a una empatía desarmante, que se manifestó en las canciones napolitanas que ambos cómicos cantaron, acompañados con la guitarra de Ivano y la clásica pandereta por parte de ella.
Una vez metida en el retablo (la barraca, como dicen los italianos), empezó Federica a mostrar el dominio que tiene del títere popular napolitano, los llamados guaratelle. Lo hizo a través de una manipulación impecable, con un ritmo y el profundo virtuosismo de quien lleva ya muchas horas de vuelo actuando en la calle.
Foto T.R.
A diferencia de los maestros masculinos, siempre más toscos en sus movimientos y resoluciones cachiporrísticas. mostró Martina una exquisita sensibilidad, por ejemplo al convertir la conocida rutina de Pulcinella con el perro en un verdadero baile entre títeres, como si la titiritera actuara desde una distancia sideral que le permite estar frente al público con el más sano de los desapegos, de alguien que no busca otra cosa que entablar una relación jocosa y festiva con los espectadores.
Federica Martina e Ivano Tornatore.. Foto T.R.
Unas características que convencieron a todo el mundo de que se hallaban frente a una intérprete de los clásicos guaratelle de una enorme categoría.
Los Premios
Como antes avanzamos, obtuvo el Premio al Mejor Espectáculo la compañía Markeliñe, con la obra Artilusio, y el Premio a la Trayectoria fue para Carmen Blasco, jefa de programación del Ayuntamiento de Zaragoza.
La noche empezó con los parlamentos de Sara Fernández, concejala de Cultura del Ayuntamiento de Zaragoza, quien ensalzó la importancia y el valor que la ciudad está dando al Parque de las Marionetas, al que prometió más recursos para las próximas ediciones.
Los dos premiados con el equipo de presentadores y Esteban Vilarrocha, premiado hace dos años. Foto T.R.
Habló luego el actual director artístico del certamen, Alejandro Á. Longines, agradeciendo a las distintas administraciones la ayuda recibida, así como la confianza que le había otorgado la asociación ARES de las compañías de teatro profesional de Aragón. Dio también las gracias a Ana Abán, la anterior directora, que le fue guiando en los complejos mecanismos de gestión de un festival como el del Parque de las Marionetas.
Foto de familia. Foto T.R.
Iñaki Eguiluz recogió el premio a Markeliñe de las manos de Sara Fernández, Consejera de Cultura del Ayuntamiento de Zaragoza. Y tras la presentación de Raquel Anadón, vicepresidenta de ARES, Joaquín Murillo fue el encargado de dar el Premio a Carmen Blasco, con sentidos parlamentos por parte de ambas intervinientes.
Al final y como es de rigor, se hizo la foto de familia con todos los artistas, invitados y responsables políticos presentes en la ceremonia de entrega de Premios.