(Marta Cortel, de El Mar del Norte, en La Caricia del Lobo. Foto T.R.)
Con este articulo acabamos nuestras crónicas sobre el Parque de las Marionetas 2024. Una edición, la presente, que ha transcurrido sin que los anunciados días de lluvia llegaran a afectar el normal desarrollo del evento, pues San Pedro en esta ocasión ha sido benévolo con La Pilarica, como es propio que ocurra entre los santos del cielo. Aunque ya sabemos que no siempre se cumplen los buenos propósitos, al llegar los trastornos climáticos incluso a sorprender a las autoridades celestiales, como bien sabemos los terráqueos.
Pero dejemos las magnas tribulaciones y acerquémonos a los trabajos de los audaces titiriteros que han llenado las carpas y los distintos escenarios del Parque Grande José Antonio Labordeta, de Zaragoza, para centrarnos de los siguientes espectáculos: La caricia del lobo, de Mar del Norte, Aragón; Nidos, de Teloncillo Teatro, Valladolid; Álex Barti, de Alex Mihailovski, Eslovenia; Diminutivo, de Títeres sin Cabeza, Aragón; Artilusio, de Markeliñe, País Vasco; El mejor ventrílocuo del mundo, de Antídoto Teatro, Aragón.
La caricia del lobo, de Mar del Norte
La actriz titiritera Marta Cortel nos deleitó en la carpa Cabeza Parlante con una muestra del trabajo que está realizando en estos momentos, y que deberá culminar en un espectáculo aún en formación. Y lo que vimos, colmó todas las expectativas que nos habíamos hecho los que conocemos sus dotes de actriz, que son muchas.
Foto T.R.
¿Es posible mostrar el proceso de posesión de un lobo en una persona humana, una mujer en este caso, de un modo claro, visible, poético y dramático? Esto es lo que propone Marta Cortel sin mediar palabra alguna y solo sirviéndose del rostro, de la gestualidad, de la interpretación de alguien que parece estar muy lejos del mundo animal, y de la máscara terrible de un lobo que surge inesperadamente y busca los puntos flacos de la mujer para introducirse en ella.
Foto T.R.
Se trata de un verdadero tour de force para cualquier actor, jugar con la suplantación o más bien la superposición de una identidad sobre la otra, algo que constituye el núcleo de cualquier trabajo teatral -jugar con las identidades, pues el actor siempre es alguien que sabe cómo superponer sobre él mismo diferentes identidades- pero también del teatro de títeres, en el que las identidades dobles se superponen de un modo real, podríamos decir, visible y palpable, al tener una fisicidad corpórea evidente.
Pero allí donde este juego riza el rizo es cuando la superposición busca convertirse en posesión, manteniendo la inquietante dualidad de un modo alegórico pero visible, pues vemos los dos rostros a la vez. Y lo hace la actriz sirviéndose de pequeños gestos y de una peculiar gesticulación que se estira en el tiempo de un modo enigmático.
Foto T.R.
Fascinante empeño el de Marta Cortel, que deslumbró ya en ese primer intento -en el ‘primer asalto del lobo sobre la mujer’-, y que deberá desplegar todos los matices del asunto, mostrando sus contradicciones más el dramatismo que se le supone. Un desenlace que todos los que tuvimos la suerte de asistir a la presentación esperamos con apremio.
Nidos, de Teloncillo Teatro
De Valladolid llegó esta veterana y afamada compañía con uno de sus trabajos más celebrados, el titulado Nidos, en el que Ana Gallego y Ángel Sánchez nos muestran su enorme sabiduría teatral con una obra dirigida a los más pequeños, a base de canciones, sonidos y figuras que oscilan entre el títere y el objeto, presentada con exquisita pulcritud.
Ana Gallego en Nidos. Foto compañía
Un esquema sencillo y funcional de un gran rendimiento que mantiene asimismo la esencia de lo popular y de lo poético. Lo prueba el hecho de que alcance tanto a los más pequeños como a los adultos de todas las edades, subyugados todos por emociones elementales, que es cuando la sensibilidad, libre de palabras, se sostiene en la pura conciencia del escuchar y el percibir.
Ana y Ángel, foto compañía
Dice el programa del espectáculo:
Nidos es un espectáculo-árbol cargado de objetos y magia. El árbol y sus ramas, el bosque y sus sonidos, los pájaros y sus nidos, nos han inspirado este trabajo.
Un nido es un lugar donde nace o se origina algo, un lugar donde se ha vivido con los padres y durante la infancia. Una casa-cama donde duermen los huevos de las aves y se crían los polluelos. Los pájaros los fabrican en los sitios más insospechados pero nuestros Nidos estarán en un árbol muy particular.
Ana y Ángel, tras la función. Foto T.R.
Lo bueno es el modo en que los dos actores convierten en una realidad poética este mundo de sutilezas y transmitirlo a través de la música y las canciones, y con humor. Años de experiencia y de ir refinando un oficio al que Ana y Ángel se han entregado toda su vida.
Los resultados son impecables, y el público así lo apreció con una respuesta tan entregada como la del Teloncillo.
Álex Barti, de Alex Mihailovski
Pudimos ver de nuevo a Míster Barti en la Carpa Bagdad, que el maestro del hilo Alex Mihailovski ocupó todos los días del festival, y fui a saludarlo como si esta marioneta fuera alguien que poco a poco ha ido adquiriendo una tal personalidad, que muchas veces te olvidas de quien lo sirve y acompaña, el señor Mihailovski. He visto su espectáculo miles de veces, y siempre acudo a él deseoso de verlo y dejándome deslumbrar por cómo un muñeco sujeto a unos hilos puede llegar a tener tanta vida y hacernos partir de la risa cada vez que lo vemos.
Alex Barti en la Carpa Bagdad. Foto T.R.
Sin duda estamos ante un fenómeno tan curioso como único, y uno se pregunta cual es su secreto, pues con un actor humano, por muy bueno que sea, a la que lo has visto diez veces, disminuye el impacto de su actuación, mientras que con esta marioneta, no importa que sean diez o veinte las ocasiones, pues siempre acabas picando y te quedas fascinado.
Supongo que para entenderlo hay que acudir a las viejas teorías de los títeres y recordar aquello de que lo que nos cansa de las personas es la psicología que rezuma su rostro y su gestualidad, mientras que una marioneta, por el hieratismo y los rasgos mecánicos de rostro y gestualidad, carece de toda psicología, acercándonos a los territorios del mito, del símbolo, de la poesía y del misterio.
Alex Barti en la Bienal de Évora de 2023. Foto T.R.
Teorías aparte, lo que importa es lo que vemos y sentimos, y aquí solo cabe expresar nuestro asombro y admiración, mientras nos carcajeamos a mandíbula batiente, viendo como Barti se hace el rey del escenario, cada día con más gestos sutiles que su sombra humana le va incorporando, como si esta se fuera desprendiendo de sus atributos y los trasladara al muñeco. Un caso de posesión a la inversa.
Alex Barti en la Bienal de Évora de 2023. Foto T.R.
Quizá los más sorprendidos fueron los padres de los pequeños que acudían al Parque, que miraban estupefactos las travesuras del pequeño señor Alex Barti, admirados de que semejante alarde titiritero fuera posible. ‘¡Caramba, no sabía que eso eran los títeres…!’, exclamaban pasmados algunos.
Entretanto, el distante e irónico señor Mihailovski se lo miraba todo como si la cosa no fuera con él…
Diminutivo, de Títeres sin Cabeza
La compañía zaragozana Títeres sin Cabeza, formada por Alicia Juárez y Fernando Martínez, presentó el espectáculo Diminutivo. Una obra muy ocurrente en la que, como bien indica el título, todo ocurre en un lugar muy diminuto. Esto no es óbice para que haya en él una panadería, y que sus panes tengan vida propia. Pues por ahí transcurre el montaje, en el que los dos actores titiriteros Alicia y Fernando, en un bonito ejercicio de títeres sobre mesa, ellos mismos vestidos de panaderos, se centran en dar vida a unos panes con problemas parecidos a los de los humanos.
Foto compañía
Pero no solo de panes va la cosa. Importa mucho, y eleva el espectáculo a unas cotas altas de interés, la intervención de un traductor en vivo de lo que se dice en el escenario al lenguaje de signos, creando un doble juego entre las dos lenguas, mostrando lo fácil, por intuitivo, que puede resultar aprender este lenguaje.
Foto compañía
En este sentido, cabe destacar las facultades actorales tanto de los dos titiriteros de Títeres Sin Cabeza como del intérprete-traductor, que consiguen conectar con el público y hacerlos cómplices de los traspasos lingüísticos hechos desde la voz y la gestualidad. Fernando Martínez mostró la solidez que ha adquirido como actor y como autor, pues él firma también la autoría de la propuesta, y Alicia Juárez brilla como siempre por la osadía y el desparpajo que muestra en escena, sin los decoros habituales de la corrección teatral.
Alicia Juárez y Fernando Martínez, tras la función. Foto T.R.
El público siguió divertido la historia de los dos panes, y aprendió no pocas cosas sobre un lenguaje, el de los signos, del que tan poco sabemos.
Artilusio, de Markeliñe
La reconocida compañía vasca Markeliñe presentó en el escenario grande llamado infantil Artilusio, una obra interpretada por Itziar Fragua, Fernando Barado y Maite Bayón, con la coordinación de Iñaki Egiluz. La obra ha merecido recibir el Premio al Mejor Espectáculo del Parque de las Marionetas.
Greta. Foto compañía
Impresionó mucho al público el montaje centrado en una anciana, Greta, y una máquina que de algún modo representa la exteriorización escénica de su propia imaginación, pues todos sus engranajes funcionan para convertir en realidad algunos de los elementos y personajes de los libros que caen en su interior.
Libros que Greta escoge -cuentos como los de las Mil y Una Noches, o novelas como el Quijote- y que lanza a los ruidosos intestinos dentados de la máquina, para que sean digeridos y así expulsar, por una de sus aberturas, objetos y personajes, muchos de ellos encarnados mayormente por el actor Fernando Barado y la actriz Itziar Fragua en sus múltiples roles.
Con la lámpara de Aladino. Foto compañía
Una cuidadora, interpretada por Maite Bayón, hace de puente entre la realidad y el mundo imaginario de Greta, que Itziar Fragua encarna poniéndose la cabeza-máscara de la abuela.
Y es este animado juego entre los diferentes personajes, siempre con una muy bien resuelta música de Xavier Zebelio, sin que medien palabras entre los actores, lo que atrapa al espectador, inmerso en un mundo cambiante lleno de transformaciones, sorpresas y divertidos gags de clown.
Foto compañía
Confluye en este espectáculo la preocupación por el cuidado de las personas mayores y el mundo de la imaginación, viendo como a través de libros y cuentos, una persona vivaracha e inquieta como Greta, a pesar de su edad, es capaz de crear universos propios y personajes que parecen escapados de las páginas leídas.
El público entró de lleno en estos universos, en un espectáculo cuyos rasgos bien podrían ser los de un cabaré musical para niños, en el que juego, asombro e imaginación se dan de la mano.
El mejor ventrílocuo del mundo, de Antídoto Teatro
Actuó en la Carpa Parlante la compañía Antídoto con su montaje de magia El mejor ventrílocuo del mundo. La obra entera la vimos en la Casa-Taller de Marionetas no hace mucho, donde presentó todos los números de su bello espectáculo.
Michel con Michi. Fotografía de Jesús M. Atienza
Y hay que decir, que quedaron muy bien instalados los diferentes artefactos de los que se acompaña Miguel Ángel Fdez. Pérez en el pequeño escenario del pabellón que le había tocado en suerte en el Parque de las Marionetas, gracias también a una buen iluminación, clave para que los diferentes números de magia se realizaran con las condiciones necesarias.
El Mejor Ventrílocuo del Mundo nos ofrece un viaje por dos de las grandes figuras de la ventriloquía que hubo en España durante la primera mitad del siglo XX, personajes tan importantes como el valenciano Francisco Sanz Baldoví (Anna 1971-Valencia 1939), reconocido guitarrista, cantante y sobre todo ventrílocuo, y el salmantino Wenceslao Moreno Centeno (Peñaranda de Bracamonte 1896-Nueva York 1999), más conocido como Señor Wences, quien fue tío del también ventrílocuo José Luís Moreno.
Uno de los personajes del Señor Wences. Fotografía de Jesús M. Atienza
Se presenta el mago como el ventrílocuo Michel, quien muestra todo su arte junto a su doble, el muñeco Michi, que habla con acento argentino, y al que lleva de una ciudad a otra, metido siempre en una maleta.
Como ya dije en una ocasión, con su número de ventriloquía -Michi es realmente un muñeco clásico de los que dan miedo-, Michel nos demuestra poseer un dominio asombroso de la técnica de los ventrílocuos, esa que exige que la segunda voz proyectada por el titiritero salga sin que veamos sus labios moverse.
Sucesivamente, Michel se va transformando en dos de los maestros que fueron considerados Los Mejores Ventrílocuos del Mundo: primero en Francisco Sanz, que aparece con su inconfundible bigote y sombrero, acompañado de uno de sus personajes favoritos: Juanito. Para luego transformarse en el Señor Wences, ese gran ventrílocuo que hizo parte de su carrera en los Estados Unidos, un maestro en el arte de cambiar las voces. Michel reproduce una de sus escenas más conocidas, con sus correspondientes personajes. Se trata de un ejercicio de gran virtuosismo vocal que el de Zaragoza resuelve con mucha maestría y una técnica impecable.
El público aplaudió encantado de conocer a estos personajes para la mayoría desconocidos y que tanta fama obtuvieron en su tiempo.