A raíz de la exposición realizada en la Dirección Regional de Cultura del Alentejo a cargo de Manuel de Costa Dias, este cronista ha podido visitar la ciudad de Évora con una cierta atención, en un tiempo corto pero intenso, suficiente para captar una realidad incontestable: su rica condición de ciudad titiritera.
Cuatro son los ejes que vertebran esta realidad: en primer lugar, el hecho de que la arcaica tradición de los Bonecos llamados de Santo Aleixo se haya asentado en la ciudad, concretamente entre los actores del Centro Dramático de Evora, el Cendrev; en segundo lugar, por ser la sede de uno de les eventos titiriteros más prestigiosos de la Península Ibérica: la Bienal Internacional de Marionetas; en tercer lugar, por acoger un departamento de teatro en su universidad muy activo en relación a las marionetas; y en cuarto lugar, por el hecho de residir en ella un conjunto de compañías de acusado interés, como Trulé de Manuel de Costa Dias, o el equipo de la familia de José Alegría, motores titiriteros todos ellos de muchos kilovatios de fuerza.
1- Los Bonecos
Pocas veces una ciudad puede alardear de tener en su seno una de las tradiciones titiriteras más frescas, vivas e interesantes de las que existen en Europa. No es ninguna exageración. Quién ha visto alguna representación de los Bonecos de Santo Aleixo, sabrá a lo que me refiero: síntesis radical de sus elementos escénicos, frescura exultante de la interpretación a cargo de los actores del Cendrev, gracia ingenua del texto y de las improvisaciones, trepidante apoyo rítmico y musical a base de guitarras y cante, bailes de una fresca agilidad que marcan un estilo propio y singular, una factura de los muñecos que posee la fuerza del arte primitivo cuando se sustenta en el poso de los siglos, y una puesta en escena que reúne el candor popular de los arcaicos autos medievales más los rasgos de un teatro rural lleno de gracia, con el savoir faire de unos actores que han bebido de lo clásico pero también de las modernas técnicas del teatro.
Bonecos de Santo Aleixo.
El conjunto no puede ser más explosivo. Así lo constaté la primera vez que los vi actuar, hará cosa de treinta años, y así volví a verlo hace sólo un par de ellos cuando los encontré de nuevo en el Museu da Marioneta de Lisboa, durante uno de los festivales Fimfa, impresionado porque nada había cambiado. La única diferencia en este paréntesis de los años fue la edad: los jóvenes actores de antaño, cuando aquel día salieron a saludar, mostraron las inconfundibles canas y los implacables signos de los años, un espejo que daba fe de mi propio avanzar en el tiempo.
Los Bonecos de Santo Aliexo, que a finales de los 70 estaban tocados de muerte en manos en uno de sus últimos practicantes, Antonio Talhinhas, ya jubilado de las tablas, fueron retornados a la vida pública gracias a los estudios previos de Alexandre Passos, actor en aquel entonces del Centro Cultural de Évora, y a la voluntad de llevarlos a las tablas de su director, Mário Barradas. Fue exactamente el grupo IV (1979/80) de la Escuela de Formación Teatral del Centro Cultural de Évora el que trabajó junto al Maestro Talhinhas pasando los textos y aprendiendo la manipulación, con la ayuda del entonces escenógrafo Manuel Costa Dias y del actor Alexandre Passos. Los actores que hoy continúan con los Bonecos son Ana Meira, Gil Salgueiro Nave, Isabel Bilou, José Russo y Vítor Zambujo.
Sin duda el gran mérito conseguido por el equipo de actores del Cendrev fue insuflar a los Bonecos una vida nueva con una fuerza y una vitalidad tal que sólo se explica por la juventud entusiasta del equipo, y sin duda por el contexto histórico, cuando Portugal vivía aún bajo el hechizo de la gran descarga energética y libertaria que representó el 25 de Abril de 1974.
Los Bonecos reúnen parte de los viejos esquemas del teatro popular de marionetas tal como se debería hacer en Portugal y en la Península, en la época del Barroco (cuando reinaba en la escena titiritera la Máquina Real en las Españas, o la misma ópera bufa de O Judeu en Lisboa), pasados todos ellos por el filtro de la cultura rural y popular del Alentejo, y recoge también muy vivo el espíritu y la frescura primitiva de los viejos autos medievales que Gil Vicente trasladó a las tablas.
Una reliquia de algo muy antiguo que por milagro sigue muy viva, he aquí la enorme razón del interés que despiertan hoy los Bonecos de Santo Aleixo. Lo que también da cuenta de la enorme responsabilidad que tienen hoy tanto sus practicantes como la ciudad que los acoge: preservarlos y mimarlos, sí, pero sin que el abrazo de la protección apague la llama de su vitalidad, he aquí el gran reto compartido de tienen unos y otros en relación a los Bonecos.
2- La Bienal
Como el propio nombre indica, es un festival que se realiza cada dos años. No ha fallado ni una vez hasta hoy, cuando ciertas dificultades del presupuesto han obligado a suspenderlo. Su característica principal, y que le ha dado fama en el ránking de los festivales, tiene que ver con la ciudad que lo acoge y sus habitantes: el calor en el trato que reciben las compañías actuantes, el buen ambiente que se respira en la ciudad, la cercanía y rápida accesibilidad de todos los puntos clave, algo propio de cualquier urbe pequeña, y la hospitalidad sencilla y alegre de sus habitantes. Un modelo de algún modo inspirado en este otro festival icónico peninsular, el Titirimundi de Segovia, conocido por similares virtudes, en una ciudad también pequeña. Hay que sumar aquí la calidad de las propuestas, propia de una organización que conoce bien el mundo del teatro y que ha aprendido a valorar las singularidades de este universo constituido por los títeres, los objetos y las formas animadas en general. Por cierto, habría que citar aquí la indiscutible resonancia del FIMFA de Lisboa, este otro festival clave que sobresale especialmente por la gran calidad de su programa.
3- La Universidad.
Es importante destacar aquí un hecho lateral pero importante, como es la existencia de un interés académico en la Universidad de Évora por el teatro de títeres. Una realidad asociada a los orígenes del Centro Dramático, cuyo director, Mário Barradas, fue decisivo en la recuperación de los Bonecos.
El Maestro António Talhinhas enseña los Bonecos a los jóvenes actores del Centro Cultural de Évora.
Hoy el activo Departamento de Artes Escénicas de la Universidad de Évora organiza encuentros periódicos de titiriteros y estudiosos de la marioneta, generalmente en coincidencia con la Bienal, y dos de sus profesores, Christine Zurbach y José Alberto Ferreira, han publicado importantes libros y textos sobre los Bonecos y sobre los lenguajes del teatro de títeres. Destacan los volúmenes ‘Teatro de marionetas, tradição e modernidade’, conjunto de textos editados por Christine Zurbach que recoge las ponencias y las charlas tenidas en los encuentros de las Bienales de 1997, 1999 y 2001, publicado por Casa do Sul Editora en 2002, y el recientemente aparecido ‘Da vida das marionetas. Ensaio sobre os Bonecos de Santo Aleixo’, de José Aberto Ferreira, editado por Companhia das Ilhas, en 2015.
Una actividad que se explica por el interés que hoy en día despierta el teatro visual, de objetos y de títeres, situado por sus características especiales en el centro del pensamiento contemporáneo, como lo demuestra su capacidad por atender algunas temáticas básicas del presente y del futuro, entre muchas otras, como son las discusiones sobre la identidad, los desdoblamientos y las diferentes formas de alteridad que el mundo de lo virtual, de la inteligencia artificial y de la robótica plantean.
4- Compañías residentes.
Además de los Bonecos, existen dos otras compañías que residen hoy en Évora. Por un lado está la ya mencionada Trulé, de Manuel de Costa Dias, un investigador de la manipulación que ha encontrado un estilo propio y una manera de hacer espectáculos que reúne las viejas formas del cabaret con la experimentación en las formas animadas. También Costa Dias es un gran constructor de títeres, cuya experiencia en el mundo del teatro y de la escenografía le ha dado unas habilidades indiscutibles (ver artículo dedicado a su exposición ‘A Possível História das Maionetas’).
Manuel de Costa Dias.
La otra compañía es ‘Era uma vez. Teatro de Marionetas’, cuyo artífice es el actor y titiritero José Alegría quien, junto a su esposa Ana Meira, fueron dos de los fundadores del grupo que puso en pie los Bonecos de Santo Aleixo. Ana continúa con el equipo, pero José decidió un día abrazar el camino de los títeres. Y como no podía ser de otro modo en alguien dotado de tanta energía, las consecuencias han sido notables.
José Alegría y su hija Margarita.
Vigoroso emprendedor teatral, José Alegría es hoy la cabeza más visible de una compañía familiar de títeres, pues se ha incorporado a ella sus hijos Margarita y Miguel. Fruto de este activismo es el inmenso espacio que ocupan y que cumple funciones de taller, almacén, garaje, museo propio y teatro.
Títeres de la compañía de José Alegría.
Situado en un antiguo complejo industrial, donde antaño se almacenaba lana, el impresionante local de los Alegría constituye, por sus dimensiones, el sueño de cualquier grupo de títeres. Mostramos aquí algunas imágenes del local y de las piezas de la compañía que contiene.
El local de la compañía ‘Era uma Vez. Teatro de Marionetas’.
Dificultades del momento. Programa de conferencias y otras actividades.
Tras este breve repaso de la realidad titiritera de Évora, vemos como lo que en otras latitudes sería motivo de gozo sumo, queda aquí ensombrecido por las actuales circunstancias económicas de Portugal. No sólo del país: también los mandatos de los últimos alcaldes han dejado a Évora profundamente arruinada. Su capacidad de deuda es nula y el presupuesto de cultura, cero. Una situación que hoy tiene difícil arreglo, a pesar de que el actual alcalde, el economista Pinto de Sá, que tan bien lo hizo en Montemor o Novo, parece estar decidido a enderezar el asunto. Una drástica situación que condena a los agentes culturales a sobrevivir bajo mínimos.
Esta es la razón de que la Bienal de este año se haya suspendido, con gran dolor de todos los implicados. Un freno que sería muy peligroso en otros lugares, pero que, por fortuna, gracias al prestigio de que goza la Bienal y a la conciencia general de su inmensa utilidad pública para la ciudad, más las diferentes propuestas estratégicas planteadas por los administradores públicos, parece ser que la parada será sólo un simple punto y seguido.
Antes de empezar la conferencia, con Manuel de Costa Das y Ana Paula Amendoeira. Fotografía de Joana Dias.
Para paliar esta suspensión, los responsables culturales de la ciudad y de la región decidieron organizar la exposición de Manuel de Costa Dias –que por otra parte ya estaba programada con anterioridad– (ver aquí) así como un programa de conferencias y actividades alrededor de la marioneta.
El primer invitado a presentar sus puntos de vista fue quien firma estas líneas, una oportunidad magnífica para visitar la ciudad (hacía cuarenta años exactos de mi última y única estancia en ella) y para concretar algunas ideas. El segundo conferenciante invitado es José Russo, actual director del Cendrev, quien hablará el día 29 de julio sobre ‘El trabajo del actor con las marionetas’.
Bonecos de Santo Aleixo.
En mi intervención, intenté convencer a los presentes del momento álgido que viven las tradiciones titiriteras y por extensión el género de los títeres.
Tras pasar revista a alguna de las ciudades y tradiciones más sobresalientes y activas (siguiendo el hilo de mi libro ‘Rutas de Polichinela. Títeres y Ciudades de Europa’), el conferenciante expuso las razones que explican, a su modo de ver, esta tendencia a un auge o reafirmación de formas aparentemente caducas: 1- el mismo fenómeno de la globalización crea un movimiento en sentido contrario que tiende a valorizar las singularidades capaces de mantener anclajes de raigambre local; 2- la industria turística, que constituye hoy la mayor industria del mundo, exige un desarrollo de las excepciones culturales que singularicen lo local y, como sucede en tantos casos, allí donde no existen tradiciones locales, éstas se inventan. De ahí que sea tan importante aprovecharlas cuando las hay, pues prescindir de ellas se contempla no ya como una pérdida anímica o cultural, sino económica desde una perspectiva de estrategia de futuro; 3- el nuevo individualismo libertario que define el capitalismo actual, y que tantos cambios está provocando, para bien y para mal, en las sociedades desarrolladas, encuentra en los viejos héroes polichinescos unas voces útiles para expresar dichas mutaciones. Se aprovechan las usadas máscaras o se inventan otras nuevas; y 4- habría que añadir aquí el actual interés que despierta en los artistas contemporáneos el teatro de figuras por extensión, tal como apuntaron en su intervención Christine Zurbach y José Alberto Ferreira, presentes en la sala. Una tendencia que sitúa al viejo teatro de marionetas en sus formas tradicionales en el centro de atención de los investigadores y creadores del presente.
Visita al Theatro Garcia de Resende y a los Bonecos.
Fue una suerte y un gran placer visitar el Theatro Garcia de Resende, sede del Cendrev, cuyo director, José Russo, me abrió además las puertas de la habitación donde se guardan los Bonecos de Santo Aleixo originales que cedió en su día el Maestro Talhinhas.
Me entero de que el Garcia de Resende, inaugurado el año 1892, es uno de los cuatro viejos teatros del siglo XIX que sobreviven intactos (restaurado recientemente) en Portugal, junto a los de Lisboa (el Theatro São Carlos), Braga (el Theatro Circo) y Faro (el Theatro Lethes), todos ellos integrados en la Red Ibérica de Teatros Históricos, que a su vez pertenecen a una red europea de los mismos.
Impresionan sus diez pilares de madera, tablones traídos de Brasil por barco –por lo visto arrastrados en el agua–, que sostienen las increíbles alturas del escenario y su caja escénica. Teatro a la italiana provisto de una visibilidad estupenda y una muy buena acústica, el Theatro Garcia de Resende es sin duda uno de los activos patrimoniales fundamentales de la ciudad de Évora.
Interior del teatro con José Russo en la platea.
Qué decir de la preciosa colección de los Bonecos, bien conservados en el cuarto donde habitan, y que esperan, no sé si ansiosos, pero sí esperanzados de ocupar algún día un lugar adecuado para su exhibición pública. ¿Un museo-escuela-teatro? ¿Un centro teatral y de documentación dedicado a ellos? Si algo entendí de sus balbuceos mudos –los títeres hablan sin hablar, al manifestar quietos su tremenda energía potencial–, es su deseo de no vivir alejados del ajetreo teatral.
He visto en muchos museos a los títeres con sus corazones clavados por agujas, como mariposas libertarias sacrificadas en aras de la ciencia, pero también los he visto exultantes e irónicos en sus puestos de observación distanciada –los títeres son unos maestros en eso del distanciamiento–, contemplando cómo sus semblantes humanos se pasean frente a ellos, cámaras en ristre, sin entender nada de los mismos. Por cierto, mi experiencia de ‘voyeur titiritero’ me indica que donde mejor relucen es en esos museos llamados de ‘acumulación’ o de ‘coleccionista’, mal vistos hoy por la museología moderna, que gustan de la contención expositiva. Quizás porque con la aglomeración nos trasladan a esos mundos de la imaginación que son los desvanes atestados de títeres de los titiriteros antiguos, o a los almacenes repletos de trastos viejos que existen en los rastros de las ciudades del mundo. Una batalla que la modernidad tiene por supuesto ganada, y a la que no seré yo quien le lleve la contraria.
José Russo me explicó el deseo que tienen todos los de su equipo, especialmente los que manipulan a las marionetas, de conseguir una solución adecuada a estas necesidades vitales de los Bonecos. Hay planes ya para avanzar en alguno de los puntos más urgentes, como es la Bienal.
Muy clarividente me pareció la estrategia planteada por Ana Paula Amendoeira, Directora de Cultural Regional de Évora, para conseguir los medios y los mecanismos logísticos y financieros necesarios. La confluencia entre Cultura, Teatro y Turismo, que repele e inquieta a unos, y entusiasma a otros, constituye a mi modo de ver una solución que, tratada con inteligencia estratégica y sentido común, puede dar una vuelta al asunto.
Retos a los que unos y otros deberán enfrentarse y resolver en los próximos años o meses.