(Chiquitín, marioneta de Luís Fontanet de 1947, la primera que Herta Frankel tuvo en sus manos)
Se presenta durante todo el verano en el Marionetarium del Parque de Atracciones del Tibidabo una nueva producción de la compañía Herta Frankel, que dirigen desde hace 36 años Pilar Gálvez y Fernando Gómez, titulada La Rambla del Marionetarium. Un atractivo y acertado título que en cierto modo define a la perfección el espectáculo: una especie de cabaret paseante de 40 de las principales marionetas de la compañía, seleccionadas de entre las 500 que compone el fondo Herta Frankel, las cuales, como si estuvieran en efecto rambleando, se van mostrando siempre acompañadas por su música y sonoridad específica una tras otra.
Como pueden bien imaginar, se trata de una ocasión única de ver en movimiento, animadas por las manos expertas de la compañía, a esta mítica colección que pocas veces se ha mostrado con tan generosa representación. El punto de partida y la excusa de una tal celebración, es el 75 aniversario de la marioneta más antigua que tuvo Herta Frankel entre sus manos: Chiquitín, creada en 1947 por el gran constructor catalán Lluís Fontanet.
Chiquitín se presentó en 1948 en el Teatro Español de Barcelona, en Grandes artistas en pequeño tamaño, un espectáculo de marionetas integrado dentro de la revista Sueños de Viena de la mítica compañía Los Vieneses. Han pasado 75 años y Chiquitín sigue emocionando a un público que en gran parte desconoce su historia.
Manipularon el día que subí al Tibidabo los siguientes titiriteros: Oriol Pont, Germán Fernández i Mar Cobo, con Fernando Gómez en la técnica. Y hay que decir que es mucho el dominio que deben tener estos marionetistas para manejar la compleja y sofisticada técnica de hilo de las marionetas de Herta Frankel, que fueron hechas por algunos de los mejores constructores europeos del siglo XX.
Impresiona, cuando entras en el interior del teatro y contemplas el puente de marionetas desde donde se manipula, el ‘bosque’ de cruces y mandos que cuelgan de una estructura circular que sirve para mantener a cada personaje en su lugar, a punto para ramblear frente al público.
Una técnica, la del hilo, que la compañía no solo ha conservado y preservado, sino que la ha mejorado y perfeccionado gracias al saber de los dos grandes maestros constructores que se han entregado a esa labor: Fernando Gómez, director artístico, un veterano marionetista que aprendió con el maestro Harry V. Tozer y con la misma Herta Frankel, y Oriol Pont, más joven y hoy un reconocido diestro del hilo. Ambos son los encargados de mantener, restaurar y construir las viejas y nuevas marionetas de la compañía.
Otros grandes artistas manipuladores de la compañía, que ese día estaban actuando en otro lugar, son Litus Codina y Óscar Gallart, a los que debemos añadir a la misma Pilar Gálvez, ducha titiritera y cerebro logístico de la compañía, al encargarse de la coordinación y la producción.
Ver la Rambla del Marionetarium es algo parecido a asistir a una exposición de algunas de las más preciosas y conocidas piezas de la compañía, pero en la que el público está sentado, viendo como desfilan ante sus ojos las históricas figuras con el movimiento que sus creadores les otorgaron.
Otra definición del espectáculo podría ser Cabaret Ramblero del Marionetarium, por el tono alegre y desenfadado de su ramblear, como en efecto sucede en las mismas Ramblas cuando te sientas en una silla o en una terraza y ves desfilar a la variopinta representación del mundo mundial, que acude y desfila gratis sin cobrar por ello, con sus figuras humanas que muchas veces parecen cumplir con un ex profeso papel de caricaturas de la especie humana a la que pertenecemos.
Y es que las marionetas de Herta Frankel tienen esta misma ambigüedad de los paseantes rambleros: son a veces caricaturas, otras una distorsión grotesca de algunos personajes conocidos o inventados, pero también pueden ser la jocosa expresión poética de muchos de los que se dedican a hacer más bella la vida: cantantes, bailarinas, pianistas, músicos de banda callejera, artistas de circo, más algunos animales a los que consideramos nobles: caballos, perros, loros, monos…
He aquí algunos de los que aparecen en esta Rambla teatral del Tibidabo: el pequeño Chiquitín, con sus 75 años a cuestas, que se mantiene igual a como era el día de su nacimiento (algo que solo se lo pueden permitir los títeres y las marionetas, si se los cuida bien, claro). Su nombre de personaje chico no va a la par con sus dimensiones reales: es sin duda una de las marionetas más grandes de la compañía. Paradojas típicas del universo titiritero.
Que no falte Monsieur Pascual, de 1960 y construida por Lluís Fontanet, que suele ejercer de presentador y que muchos ven en él los rasgos del antiguo alcalde de Barcelona, Pascual Maragall.
Monsieur Pascual suele aparecer junto a la Banda de Fusta, un precioso cuadro de cuatro marionetas payasos cada una con un instrumento diferente, del mismo autor y año de creación.
A ellos se suma Don Pedro, otro payaso que toca el saxofón, de Fontanet y realizada en 1952.
Bròkil es un personaje bien conocido por los espectadores del Marionetarium, obra de la compañía actual del año 2001, y que apareció en este cabaret ramblero junto a la perrita Pruna, de Fernando Gómez (1988).
También del Marionetarium son las marionetas musicales El Chinchinero y el Organillero, ambas de 2007, dos piezas que muestran el alto nivel de ejecución de los actuales responsables de la compañía, confrontados a maestros de tanta categoría.
Toca hablar ahora de uno de los grandes constructores que tuvo Herta, Regino Mas, importante fallero valenciano, reconocido como uno de los más notables artistas del oficio fallero. Como se indica en la pequeña exposición que hay en el vestíbulo del Marionetarium, Regino Mas innovó el arte de las fallas, siendo quien más desarrolló sus facetas satíricas, críticas y burlescas.
Regino Mas hizo muchos trabajos para Herta Frankel, destacando la marioneta que toca la corneta (de 1960), que aparece en el desfile ramblero del Marionetarium.
Otro constructor famoso fue el checo Zdenek Podhursky, con obras como el Vagabundo (1969) o el Carbonilla (1975), o la misma avioneta de pasajeros (1969), entre otras muchas.
Y no podía faltar otro nombre histórico de las marionetas europeas, el alemán Harro Siegel, con un magnífico caballo de 1961 que constituye uno de sus capolavoros marionetísticos.
Aconsejamos a quién esté interesado en estos maestros constructores a visitar el Museo Virtual que la compañía Herta Frankel tiene en su web, donde se da noticia detallada de todos ellos (ver aquí), además de muchas otras noticias sobre el universo de las marionetas.
Adjuntamos algunas imágenes más que pueden ayudar a obtener una idea de lo que es esta Rambla del Marionetarium: como decía al principio, una ocasión que los aficionados no deben perderse para gozar de una colección única de marionetas, manejadas por las mejores manos que las pueden mover.