(Imagen de ‘La melancolía del turista’, de Oligor y Microscopía. Foto de Shaday Larios)
El festival bienal de Lutke se lleva a cabo desde 1992 y este año fue su XVI edición. Ajda Roos se despide de la dirección artística del Teatro de la Marioneta de Liubliana (TML) luego de diseñar 10 temporadas desde 2012, incluyendo la de 2022. Su labor impulsó las obras de marionetas en Eslovenia y lo puso en el mapa del teatro europeo y mundial recibiendo alrededor de 100 premios durante su período. La dirección artística queda ahora en manos de Mare Bulc, y la dirección general seguirá a cargo de Uroš Korenčan. En Eslovenia la dirección del teatro se divide en dirección general y dirección artística.
El TML fue fundado en 1948 y cuenta con varias salas envidiables para cualquier capital mundial y un taller donde se construyen marionetas y escenografías. El TML es una institución pública que recibe fondos de la Ciudad de Liubliana y el Ministerio de Cultura de Liubliana. Aún así, este año, Korenčan compartió su preocupación sobre la viabilidad y la sustentabilidad de festivales internacionales como Lutke en el futuro. Incluso comentó que existe incertidumbre acerca de si se llevará a cabo o no Lutke 2024. Korenčan aseguró que por supuesto el deseo de ellos es continuar luchando por mantener los lazos con distintas compañías internacionales.
Las obras que programaron este año fueron diversas en contenido, aunque principalmente de origen europeo, a excepción de Macbeth Muet (Canadá), Carte Blanche (Israel), y La Melancolía del Turista (México/España). El programa combinó obras para niños y obras para adultos, unas más experimentales que otras.
El espíritu general del festival fue el de cuestionar las convenciones y expectativas tradicionales de lo que se considera teatro de marionetas y estuvo abierto a nuevas propuestas como Corpus, de Xavier Bobés (Barcelona) o Sand Pit (Liubliana) que son más experimentales y proponen una experiencia sin relato, más enfocada a la meditación, el ritual, el encantamiento y la reflexión interpretativa personal que a la manipulación habitual de materiales y protagonistas. Sand Pit en particular entra dentro de lo que se llama Teatro de materiales, una práctica contemporánea que prepondera a los materiales antes que a las formas. El material ofrece posibilidades múltiples de creación, transformación y destrucción.
En Mr Processor, do You Understand Life? O Sr. Procesador, ¿entiende usted la vida? (Boštjan Čadež, Aksioma, Liubliana) la marioneta en cuestión es un robot mal comportado que se mueve en el espacio a dos ruedas para encontrar a su humano/baño favorito y orinarlo. Este robot me hizo recordar el dicho mexicano “De tu arte a mi arte, prefiero mi arte”. En definitiva, la propuesta más irreverente de todas, puesto que el robot decide (según el programa de mano fue su propia decisión) ser una carga en vez de servir a la humanidad.
Macbeth Muet / Macbeth Mudo
La compañía canadiense Fille du Laitier presentó Macbeth Mudo en una versión cómica de una hora, sin usar un solo verso del bardo inglés y a paso veloz estilo película muda barra teatro de calle barra Western barra video de YouTube. Las transiciones son marcadas con el efecto de sonido de timbre de hotel que es fácilmente reconocible como uno de los más usados en los resúmenes para estudiantes en la socorrida plataforma de videos. El timbre se vuelve un chiste corriente que se repite durante el espectáculo, tipo Faulty Towers. Hay momentos meta teatrales muy graciosos donde el actor muestra su hartazgo por este timbre que marca los puntos álgidos en la trama obligadamente subrayados como “eventos” en cualquier script que se digne de haber sido sometido a análisis.
A fin de mantenernos conectados con la trama y no perdernos en escenas actuadas por platos de plástico (Banquo), un naipe de rey (Duncan) candelabros (bosque), coronas de origami (brujas), guante de cocina (Lady Macduff) y guante de Hockey (Macduff); hay carteles y pantallas que nos recuerdan quién es quién en la obra de Shakespeare. También hay palabras escritas en carteles donde se explican algunos puntos importantes de la trama y personajes. Banquo por ejemplo es presentado como el bbf (best best friend o mejor amigo en lenguaje abreviado de mensaje de texto) de Macbeth.
Podría decirse que la obra se confía del conocimiento previo del texto o textos, pues hay referencias a distintas versiones de la tragedia. También manipula a los espectadores con una banda sonora que por yuxtaposición divierte y horroriza. Mi momento favorito fue Lady Macbeth cantando las primeras líneas de Sound of Silence de Simon y Garfunkel “hola obscuridad, vieja amiga”, con un cuchillo en la mano haciendo de micrófono y el cabello embarrado de sangre momentos antes de suicidarse.
Marie-Hélene Bélanger Dumas, (dirección, concepto y actuación) y Jon Lachlan Stewart logran jugar con una serie de trucos que parecen tan obvios a primera vista que por lo mismo cobran chispa e ingenio. Por ejemplo, la manera en que ilustran los abortos de Lady Macbeth a través de una caja de huevos que se van rompiendo uno por uno para horror de la ya no futura madre es a la vez obvio y absolutamente elocuente.
La versión de esta compañía originaria de Montreal que hace giras en una camioneta para llevar el teatro a los lugares donde no lo hay, me hizo reír y disfrutar cada asesinato cruel de la pareja escocesa, así como de momentos meta teatrales en que los actores hacen pequeños comentarios visuales sobre la obra y sus insaciables personajes. Si la intención era divertirnos con la tragedia escocesa, pues lo han logrado.
Carte Blanche / Carta Blanca
Michal Svironi (Israel) tiene cabello rizado negro y entra a escena con unas botas blancas manchadas de pintura roja que parece sangre y está aparentemente desnuda bajo un lienzo blanco que le cubre del cuello a la mitad de los muslos. Inmediatamente pienso en Frida Khalo, que usaba botas ortopédicas debido a su discapacidad. El contenido autobiográfico de la obra de la pintora mexicana precede como referencia iconográfica obligada.
Svironi pinta un torso desnudo de niña que se transforma en mujer sobre el lienzo blanco que lleva pegado al cuerpo que hace las veces de caballete. Después lo borronea, regresa al útero, se vuelve un cigoto. El lienzo se vuelve negro. A pesar de que las metáforas visuales son a veces demasiado literales, la personalidad carismática de Svironi y la vulnerabilidad que muestra en su proceso creativo son increíblemente táctiles y dinámicas.
Carte Blanche o Carta Blanca retrata las relaciones generacionales de la familia de la protagonista. Cuando era niña se sentía sofocada cuando su madre se alejaba. “Inventaba todo tipo de pretextos para estar junto a ella.” Años más tarde, busca estudios de clown y mimo en París para alejarse lo más posible de la madre y la familia y finalmente vuelve a casa y tiene una hija que la necesita y que busca pretextos para estar junto a ella todo el tiempo.
Este ciclo de vida cubre una gama de emociones y conflictos temáticos como la culpa materna, la ambición profesional, y la responsabilidad filial. En el fondo Carte Blanche trata de las complejas tribulaciones y demandas particulares sobre la mujer artista que a pesar de estar bajo el escrutinio social sigue su propia búsqueda y toma las riendas de su vida privada y profesional con valentía, inteligencia y profundo amor.
La de Sveroni es una actuación a la vez divertida, valiente y feroz, pero cuenta que no siempre fue así. En el pasado nunca le había mostrado sus pinturas a nadie. Fue hasta que salió con un chico que pintaba cosas horrorosas y las vendía, que ella se animó a sacar a la luz esta parte secreta de su vida. Johnny Tal, co-creador de la obra, la animó a exorcizar miedos y pintar en escena. La obra mezcla pintura en vivo, autobiografía, marionetas, cabaret y momentos cómicos de participación del público.
La muerte y los trámites burocráticos subsecuentes obligan a la protagonista a dialogar con los padres que la persiguen y aconsejan desde el más allá. Al final Sveroni se reconcilia consigo misma y se vuelve la heroína de su propia historia, aceptando las imperfecciones de sus relaciones familiares, los fracasos amorosos y el retorno a casa. Estas experiencias a la vez dolorosas y gozosas son tonalidades que colorean su historia.
Peskovnik / Sand Pit / Arenero
El material utilizado en Sand Pit es, como lo dice el título, la arena. La obra fue producida por el Teatro de la Marioneta de Liubliana bajo la creación, dirección y diseño visual de Minha Golob. Sand Pit se traduce al castellano como arenero. La obra es exactamente eso, un espacio en el que cuatro adultos juegan con arena, creando, destruyendo o transformando distintas formas escultóricas y dibujos en el piso. La arena va cambiando su consistencia con agua, aliento, huellas de pie, saliva y hasta sudor.
Golob explora los espacios de juego de los niños como laboratorios donde se descubren cosas nuevas, se exploran y experimentan ciertas leyes físicas del mundo y al mismo tiempo se aprende de sí mismo, de la imaginación, creatividad y lógica. En trabajos anteriores como Little Blue and Little Yellow o Pequeño Azul y Pequeño Amarillo utiliza la página en blanco como espacio de juego y en Aquarium o Acuario, explora la bañera y sus posibilidades.
Sand Pit es curiosamente muy física ya que los actores interactúan constantemente con el material y organizan coreografías precisas en el espacio. Me llamó la atención que hubiera varios niños en el público, ya que la obra fue a las 18:30. Su capacidad de fascinación con el espectáculo fue sorprendente y se mantuvieron en una especie de conjuro mágico durante una hora. Un niño pequeño se les escapó de los brazos a los padres y se puso a jugar con la arena, haciendo dibujos en el piso similares a los de los actores en escena.
Definitivamente este es uno de los espectáculos más radicales del programa donde no hay historia sino interacción hipnótica entre los actores, que crean juegos similares a los que conocemos comúnmente, tales como el espiro, sólo que, en vez de pelota, usan una cubeta llena de arena que van lanzando al otro lado del escenario. En otras ocasiones usan cajas para producir montículos o escobas y rastrillos para hacer yantras hindús en el piso. El material granular, establece reglas, negociaciones espaciales y restricciones que imponen un ritmo preciso y un espíritu de competencia que es a la vez lúdico, coreográfico y meditativo. Un grano de arena no es mucho, pero un arenero ofrece múltiples oportunidades de juegos y tensiones donde los actores negocian constantemente su rol en el espacio-tiempo del campo de juego.
La melancolía del turista
Cuenta el diccionario que turista es una persona que visita un lugar a fin de pasarla bien, sobre todo cuando está de vacaciones. La obra La Melancolía del Turista, presentada por Oligor y Microscopía, trata de lo que el turista añora y no atina a conseguir. Los creadores de este fascinador espectáculo inmersivo que se describe como documental son la mexicana Shaday Larios y el navarro Jomi Oligor.
Entramos en un túnel. Somos una masa compacta de público. Oligor nos cuenta que la aerolínea perdió el teatrito original donde presentarían la obra. Les había tomado un año y medio construirlo. Afortunadamente lograron reproducirlo dentro de lo posible con la ayuda del Teatro de la Marioneta de Liubliana en un día y medio. Una verdadera hazaña que puso en aprietos a los artistas. Pero lo lograron.
“Queríamos ser viajeros y nos convertimos en turistas”, advierte la voz en off de Larios a manera de autocrítica. “Vais a flipar cuando vayan a Cuba, ahí nadie tira nada, los objetos se pasan de generación en generación” dice Oligor en escena.
El espectáculo se divide en dos actos, uno dedicado a La Habana, Cuba y el segundo dedicado a Acapulco, México. Debido al bloqueo económico en el caso de Cuba y a la expansión del crimen organizado, en el caso de Acapulco, la inestabilidad socioeconómica amenaza a ambas ciudades.
La dualidad permanencia/impermanencia se concreta en objetos recuperados de otras épocas, como folletos, suvenires, postales, diapositivas y miniaturas, así como video, sonidos de calle y narraciones en vivo y grabadas. Objetos que en el pasado fueron producidos masivamente, cobran valor de colección al evocar tiempos mejores que no volverán. El objeto en sí cobra un valor narrativo intrínseco. El encanto del objeto gastado, es en sí un producto. Lo kitsch y lo vintage son tesoros cuando se les ve desde fuera y no cuando se les vive desde dentro. “Si por nosotros fuera, lo tendríamos todo nuevo” aseguran los cubanos a los que se entrevista en la obra.
En un momento varias fotografías flotan en una especie de mini tendedero por encima de los espectadores, pero son dos en particular las que capturan la esencia del instante; una donde el clavadista acapulqueño permanece congelado a medio vuelo en La Quebrada, y otra donde una ola masiva choca con el malecón de la Habana.
No sólo los objetos son portales a otras épocas, de hecho, es a través de dos personajes locales que se logra la conexión emocional medular; una mujer cubana de edad mayor que se hace retratos con turistas mientras fuma un habano gigante en un fondo 100% instagramable y un ex clavadista acapulqueño narra historias asombrosas de la época de oro de Acapulco. Ambos personajes apenas si se mantienen a través de una economía informal que a primera vista pareciera implicar al propio cuerpo como mercadería. ¿Qué es exactamente lo que venden? ¿Un clavado? ¿Un instante? ¿Un sentimiento? ¿Un recuerdo?
La obra apunta hacia una crítica social en la que se cuestiona el papel del turista en la economía global actual. Mientras ser viajero es estar dispuesto a la aventura, a ser sorprendido, a correr riesgos, a perderse, quizás también a pasar alguna penuria, ser turista implica vacacionar cómodamente sabiendo que esa comodidad es resultado de un sistema que impone posición delantera a quien posee un cambio de moneda favorable. Quizás la tristeza del turista consiste en convertirse en voyeur cultural que intenta poseer un cachito de paraíso que se quedó suspendido a medio vuelo.
Corpus
La palabra Corpus sugiere un cuerpo, especialmente muerto, o un cuerpo de trabajo, o el conjunto de textos de un autor. La obra de Xavier Bobés (Barcelona), se desarrolla en un escenario circular impecable, hecho de madera y ligeramente elevado, que se forma de triángulos ensamblados con múltiples trampas pequeñas. En escena aparecen Bobés y la compositora inglesa Frances Bartlett que interpreta música barroca en el violonchelo y recita el Soneto 66 de Shakespeare que trata de un sujeto que pide la muerte y expresa el hartazgo de ver injusticias, deshonras, personas destinadas a mendigar mientras otras ostentan lujos y a las autoridades amordazando el arte. Claramente el 66 no es de los sonetos más alegres del bardo inglés.
Aparte del soneto no hay otra palabra que se diga en escena. Mucho de lo que sucede es en silencio, excepto momentos en que los objetos entran o salen de las trampas. Bobés va colocando troncos de distintos tamaños con extremo cuidado y después saca de las trampas distintas partes de la reproducción de un cuerpo masculino caucásico de edad mediana similar a los cuerpos que reproducían tradicionalmente los renacentistas por considerarlo bello, sano, normativo y por ende digno de ser reproducido. Las piezas de color blanco están hechas por el escultor Gerard Mas.
También hay ramas de árbol, pájaros que vuelan de rama en rama y hojas secas. Nuevos cuerpos de lo que parece ser el mismo personaje entran en escena, el cuerpo de un niño y el cuerpo de un viejo, todos con ojos cerrados y en partes separadas y cortadas transversalmente como toda la cabeza, medio pecho, abdomen, brazos, media pierna, pantorrillas, o un pie. El momento más dramático es cuando la cabeza de tamaño real del hombre de edad mediana se cae al suelo y se parte en dos. Salen desparramadas monedas de 1 centavo por el suelo. Intento hacer la conexión entre el soneto y los objetos en escena. ¿Será que es la cabeza del sujeto que odia ver que el mundo es injusto e imperfecto? ¿será una crítica al hombre que acumula sólo dinero?
La obra en sí sugiere varias interpretaciones. Podría ser un ritual otoñal, una meditación sobre la anatomía humana masculina o una inadvertida introspección androcentrista, donde el hombre blanco es, como se pensaba en el Renacimiento, el centro del universo y la medida de todas las cosas. Protagonista de todas las etapas de la historia, viaja circularmente de la infancia a la edad adulta y muerte sin abrir los ojos.