( La Tía Norica y el toro, en el Museo de Cádiz (Foto: Francisco J. Cornejo)
Era un viernes luminoso en Cádiz. Caía la tarde y los titiriteros y amantes de los títeres que acudieron a la convocatoria anual del Congreso Federal de UNIMA Federación España seguían llegando al hotel. Un edificio hermoso, del siglo XVIII, muy próximo al mar. Dejar las maletas, recoger las acreditaciones y, sin más demora, callejear por la ciudad camino del Teatro del Títere de la Tía Norica, lugar donde se realizó la primera de las actividades programadas: la representación del Auto de la creación del mundo por parte de la compañía de Os Bonecos de Santo Aleixo, de Évora (Portugal).
La sala estaba llena de público. Congresistas y familias gaditanas dispuestos a disfrutar de estos títeres tradicionales del Alentejo portugués. Se hizo la oscuridad y el dios de los títeres comenzó con la creación de su mundo. El “Baile dos Anjinhos” sirvió de portada para entrar y definir el universo mágico de los bonecos: la inocencia de su interpretación de la narración bíblica; la potencia evocadora de su iluminación de candil y velas; la sencillez y eficacia del diseño de figuras y decorado; y el ritmo pegadizo de la música popular que conducía la danza, configuraron un espacio y un tiempo al que sucumbimos todos los presentes. A la creación del Sol y la Luna, de Adán y Eva, pudorosamente desnudos, y de los animales –especialmente divertida–, siguieron la tentación de la serpiente y expulsión del Paraíso para, sin saber bien cómo, pasar repentinamente a la época contemporánea, protagonizada por el Padre Chancas y Maestre-Salas con su cachiporra.
Tras la función, la compañía de Os Bonecos, a la que puso voz José Russo, director del CENDREV (Centro Dramático de Évora), expresó su alegría por poder actuar por primera vez en Cádiz y su agradecimiento a UNIMA España por facilitar el encuentro entre los bonecos y la Tía Norica a la que conocen bien y con la que comparten algunas circunstancias de su historia. Russo explicó cómo el repertorio actual de Os Bonecos de Santo Aleixo, que representa la compañía de actores del CENDREV, es el resultado de la transmisión directa de la tradición, realizada a lo largo de unos quince años, por parte del maestro titiritero Antonio Talhinhas, con más de cuarenta años de oficio. Además, gracias a ello, y a la labor de algunos investigadores próximos a la compañía, hoy se han plasmado por escrito y estudiado los textos de los autos y passos –hasta entonces transmitidos de forma oral– y recogida las músicas de los bailinhos. El público asistente, que escuchó con gran interés estas palabras, disfrutó cuando fue invitado a subir al escenario y a conocer de cerca el teatrillo y los bonecos que habían protagonizado un espectáculo tan conmovedor.
La segunda jornada del Congreso fue protagonizada por los títeres de la Tía Norica de Cádiz. La mañana comenzó con la visita al Museo de Cádiz, institución que conserva el llamado “legado de la Tía Norica”; es decir, los títeres, escenografía y documentación de la compañía que creara Luis Eximeno Chaves hacia 1901 y que, a su muerte, pasaría a manos de su hija Consuelo y de su yerno Manuel Martínez Couto, que, a su vez, fue adquirida en 1947 y gestionada por Joaquín Rivas, miembro de la compañía. Finalmente, en 1978, el “legado” sería comprado por el Ministerio de Cultura y depositado en el Museo de Cádiz. Una sala de la segunda planta del Museo alberga en exclusiva a los títeres, aunque no a todos: buena parte del material conservado permanece en los almacenes sin exponer. El contenido museístico fue ampliamente explicado a los congresistas por la investigadora gaditana, experta en el mundo de la Norica, Desirée Ortega Cerpas.
Es necesario puntualizar que la visita fue posible gracias a que fue concertada previamente por la organización del Congreso; porque, lamentablemente, lo habitual es que la sala de la segunda planta del Museo que alberga a la Tía Norica ¡esté cerrada al público por limitaciones de personal de vigilancia del Museo! Esta es la situación penosa que atraviesa la cultura y el patrimonio en España… y si, además, se trata de títeres…
El programa continuó con una conferencia, ampliamente ilustrada, de la propia Desirée Ortega en el ECCO (Espacio de Cultura Contemporánea), titulada Tirando del hilo: historia crítica y revisada de la Tía Norica de Cádiz. La conferenciante –autora de la investigación más completa, documentada y rigurosa realizada sobre la Tía Norica– sintetizó su historia, desde sus antecedentes hasta nuestros días, con amenidad y algunos toques de la ya conocida “guasa” gaditana. En este viaje por el tiempo nos dio a conocer las diversas familias, o compañías, que dieron vida al personaje, el Cádiz de aquellos primeros tiempos, la existencia simultánea de diferentes Noricas representando en la ciudad, sus momentos de auge y decadencia, y sus intentos por sobrevivir al cinematógrafo y la televisión. Destacó singularmente el papel importante que jugó Carlos Aladro, con sus gestiones ante políticos, intelectuales y prensa, además de con su libro excepcional, para la supervivencia de la Tía Norica.
Inmediatamente después intervino Eduardo Bablé, integrante de la actual compañía de Teatro la Tía Norica. Nieto e hijo de titiriteros, y hermano de su actual director, Pepe Bablé –ausente por motivos laborales–, venía a hablarnos del presente y futuro de la compañía pero comenzó dando a los presente una grata sorpresa: sacó a la Tía Norica (réplica de la conservada en el Museo) de su talega y nos mostró su animación y funcionamiento, incluidos los refajos de sus intimidades técnicas.
Sobre el devenir de la compañía “viva” de la Tía Norica, Eduardo enumeró algunas dificultades sobrevenidas que vinieron a torcer los planes de un teatro permanente donde radicar la compañía y su actividad –el actual Teatro del Títere la Tía Norica, destinado inicialmente a dicho fin, quedó limitado radicalmente en su funcionalidad al descubrirse en su subsuelo importantísimos restos de la Gades fenicia– ¡Es lo que tiene el vivir en una ciudad trimilenaria! La inundación de la planta baja del Museo Iberoamericano del Títere, lugar destinado a exponer la colección de títeres y decorados generados por la compañía desde 1984, con el consiguiente destrozo de todo el mobiliario destinado a ello, supuso otro golpe importante para la difusión pública del nuevo legado de la Tía Norica. Los constantes contratiempos de la lucha por la supervivencia dependiendo de los apoyos de las instituciones públicas y sus correspondientes burocracias tampoco han favorecido el desarrollo de la compañía.
En la parte positiva, los asistentes quedamos algo más tranquilos al saber que nuevas generaciones de hijos y nietos se iban incorporando a las labores titiriteras. No obstante, el eco de la frase “…a punto de tirar la toalla” aún resuena en nuestras cabezas y preocupa a nuestros corazones enamorados de la Tía Norica.
Bonecos de Santo Aleixo y Tía Norica han vivido una suerte de vidas paralelas. Ambos tipos de teatro de títeres son herederos de la máquina real de los siglos XVII y XVIII, por su técnica y por la configuración de su repertorio. Ambos nacen y se desarrollan en el XIX; ambos son supervivientes de un siglo XX que pretende sustituirlos por el cine o la televisión. En los dos casos fueron rescatados, agónicamente, en los primeros años de los 1980, lo que les permite seguir vivos en la actualidad. Pero, cuidado, la generación que durante cuarenta años trabajó para su recuperación y vuelta a la vida necesita relevo. Este es un toro que hay que coger por los cuernos para que no nos acabe pillando, –por cierto, al boneco Padre Chancas, como a la Tía Norica, también le coge un toro.
Ha sido un acierto que UNIMA Federación España haya dedicado buena parte de su Congreso de 2022 a profundizar en el conocimiento de estas dos tradiciones titiriteras ibéricas. Al hacerlo, nos ha hecho reflexionar sobre la importancia de la conservación de las tradiciones y el riesgo cierto de que se pierda su rico patrimonio –material, pero, sobre todo, inmaterial– y el olvido los convierta en leyenda. También es una llamada de atención a la situación del abundante patrimonio generado desde los años 80 –años de la resurrección titiritera en España– hasta hoy, con la explosión de compañías, festivales, salas, colecciones, cursos y todo el correspondiente material, documentación y experiencias generadas desde entonces. “Nuestras vidas son los ríos que van a dar a la mar, que es el morir”, decía el poeta. El mar está cada vez más cerca. ¿Qué será de todo ese patrimonio, tan rico, tan variado, destinado a la orfandad? ¿Dónde están las instituciones que lo acojan? ¿Acaso estará condenado a vagar hasta el fin de su existencia en Wallapop?
Francisco J. Cornejo
Cádiz, 6 de noviembre de 2022