Son tantos los eventos relacionados con el universo del títere y el teatro de objetos que se han concatenado en las últimas semanas en Granada que podríamos hablar de una primavera titiritera granadina.

Primero fue la exposición Marionetas. Historia de un taller en la mítica Escuela de Artes de Granada donde durante 25 años se estuvo impartiendo un ciclo de formación profesional dedicado íntegramente al teatro de títeres. Puede leerse en este enlace (aquí) una reseña de la exposición que fue clausurada a finales de abril.

Mas duradera es la exposición que se inauguró el día 20 del mismo mes en el Centro Federico García Lorca acerca de Los títeres de Lorca, Lanz y Falla coincidiendo con el 100 aniversario de una función que los tres prepararon el día de reyes magos para las sobrinas del poeta. Este hecho, que así contado, podría considerarse una anécdota doméstica, en realidad significó para ellos el acto fundacional del proyecto “Teatro Cachiporra Andaluz”. Siguiendo esta estela quedan por inaugurar otras dos exposiciones con los mismos protagonistas que tienen por temática el 100 aniversario del estreno en París del Retablo de Maese Pedro y los “trabajos cachiporrísticos” del grupo.

Pocos días después, el 25 de abril, comenzó el Festival Internacional de Teatro con Títeres Objetos y Visual que organiza cada año por estas fechas el Teatro Alhambra. El teatro organiza algunas funciones matinales para público escolar y obsequia con algunas invitaciones a las compañías de títeres granadinas con lo que el público es eminentemente titiritero. Una gran oportunidad para poder ver por aquí algunas propuestas internacionales, espectáculos nacionales premiados y otras apuestas más arriesgadas.

Sigue cronológicamente el Festival Internacional de Titeres y Objetos El Rinconcillo del Cristobita que se inauguró el 10 de mayo con una función en la Casa- Museo de Federico García Lorca de Valderrubio. Como es el protagonista de esta crónica no nos extenderemos aquí porque hablaremos de él ampliamente más abajo.

Y, por último, para cerrar esta intensa primavera titiritera, además de esas dos exposiciones ya mencionadas que podrán visitarse a partir de junio, aún está por venir Cristobicas, el festival que se organiza la Huerta de San Vicente, anteriormente conocido como la Verbena de los Títeres. La programación puede encontrarse en su web (ver aquí). Como actividad complementaria al festival también habrá una exposición de los títeres de la Tía Norica, con lo que serán 4 las exposiciones que podremos visitar simultáneamente en Granada a partir de mediados de junio. 

Rinconcillo del Cristobica

Como decíamos, el miércoles 10 de mayo arrancó la 19ª edición del Festival Internacional de Títeres y Objetos El Rinconcillo del Cristobita. El festival se celebra principalmente en la Casa-Museo de Federico García Lorca en Valderrubio. Su amplitud y sus múltiples rincones posibilitan un uso versátil del espacio, ideal para las propuestas de teatro de títeres de pequeño y mediano formato. El festival tiene también sus extensiones por los llamados pueblos lorquianos: Fuentevaqueros, Viznar, Alfacar y en última instancia Granada, que no acoge funciones pero sí charlas y formaciones en Palacio de los Condes de Gabia, perteneciente a la Diputación de Granada, organizadora del festival.

Detalle de la casa-museo de Federico García Lorca. Foto de María Kokkini

Cabe destacar que el Rinconcillo, además de cumplir con su público con una programación de calidad que procura equilibrar propuestas que van de lo contemporáneo a lo popular reservando siempre un espacio a compañías de la provincia, consolida a través de estas actividades paralelas un punto de encuentro y formación para los profesionales del títere en Granada. La programación se completa con charlas, encuentros, proyecciones, instalaciones y talleres que hacen del Rinconcillo una propuesta que llega a públicos muy diversos y fundamental para los que tenemos ansia de conocimiento y disfrute del teatro de títeres. La asistencia a las charlas de un público entendido y numeroso dice mucho de los logros del festival y de la apuesta concienzuda de su dirección y sus aliados más cercanos.

En esta edición hemos disfrutado de una charla de Yanisbel Martínez de la Compañía Etcétera sobre aquella función de los títeres de cachiporra de 1923, y una conferencia teatralizada de Davel Puente en la que el conferenciante recorre la memoria del Circo Price de Madrid a través de los recortes de prensa de su abuelo Leovigildo Hoces que fue gerente del circo entre 1940 y su demolición en 1970.  Por otro lado, los dos talleres para profesionales se han visto superados en solicitudes. El primero fue el que impartió Andrea Díaz Reboredo sobre teatro objetual y segundo sobre mimo corporal aplicado sobre el objeto animado impartido por Putxa y Julieta de Zero en Conducta. Pero hagamos un repaso de los espectáculos presentados.

Almavera de la Compañía Etcétera

La compañía decana de Granada se presentó el miércoles 10 antes los escolares de Valderrubio con Almavera, de la compañía Etcétera, reconocida con el Premio Nacional de Teatro para la Infancia en 2014.  El espectáculo presenta algunos de los rasgos definitorios del trabajo de la compañía: música en vivo, la presencia de una actriz-narradora que en este caso también pone voz a los títeres, una cuidada escenografía y una propuesta que camina entre lo popular y lo culto, pero accesible para todos los públicos.

Almavera es una joven que a pesar de vivir en un entorno privilegiado siente poco placer por la vida. Una premisa interesante que nos habla con el momento vital que atraviesan muchos jóvenes, y no tan jóvenes, utilizando para ello los esquemas del cuento tradicional. Se trata por tanto de un viaje de transformación de una heroína con la que de buenas a primeras no nos es sencillo empatizar o identificarnos, pero sí reconocer. La dramaturgia cumple los cánones del cuento tradicional incorporando a partir de la segunda mitad del espectáculo acertijos, pruebas, peligros, elementos fantásticos y la participación del público.

Almavera. Foto de Raúl García

Uno de los mayores aciertos de la obra es como la propuesta escenográfica y plástica de los títeres refuerzan a través de un imaginario rural mitológico el carácter iniciático del cuento. Un pajar que sirve de teatrillo para unos títeres de varilla inferior de unos 80 cm que son manipulados desde su interior por Leo Lanz y Enrique Lanz. Están claramente inspirados por algunas tallas góticas de madera policromada. Pero el despliegue de títeres es mayor, utilizando alguno de gran tamaño y otros más pequeños cuya danza y vestimenta nos lleva a las festividades rurales de invierno de la tradición europea.

Al exterior del pajar nos encontramos con dos personajes humanos. Yanisbel y Andrea, que se interpretan a si mismas en el rol que les toca jugar, pero no sólo. Yanisbel Victoria Martínez sostiene como narradora el peso de la historia, dialogando con el público y los personajes y poniendo las voces de los personajes en triples desdoblamientos. Andrea Talavero acompaña en escena a Yanisbel e interpreta con su violín las músicas, pero unas veces son ambientales o sirven a las transiciones y otras en cambio son las que interpreta Vittorino el del violino, el personaje que hace despertar en Almavera la motivación para salir de su pueblo y descubrirse a si misma.

Aunque el imaginario al que remite la obra pueda situarse en otras latitudes más al norte, la Casa-museo y la escenografía se fusionaban en un todo. Un entorno completamente familiar para los escolares que asistieron a la función y un teatro que parecía hecho completamente a su medida. El público granadino tendrá oportunidad de disfrutar de este espectáculo el día 1 de junio en el festival Cristobicas que se celebra en el parque Federico García Lorca.

Almavera. Foto de Raúl García

Nil de Minusmal

El mismo miércoles 10 actuó en el Teatro Municipal de Alfacar la compañía Minusmal, también afincada en Granada, con su espectáculo Nil. El que escribe no pudo ir en esta ocasión pero tuvo la suerte de verlo recientemente en la nave 13, el espacio de creación que Rai, responsable de Minusmal, comparte con otros compañeros.

Nil puede entenderse como una reflexión sobre la búsqueda de la identidad, pero más allá de la profundidad del tema, es sobre todo un juego escénico entre el títere y el titiritero, divertido e impecable en su manipulación. Me atrevería a decir que es el mejor espectáculo de títere de hilo (aunque no emplee exclusivamente marionetas) que se ha producido en España en los últimos años.

También estará en el parque Federico García Lorca, en este caso, el 31 de mayo.

Muestra de trabajos de alumnas de la Escuela Remiendo

El sábado 12 por la tarde comenzó el festival propiamente dicho para el público general. Una vez superado el trámite de ilustrísimos y señorías comenzaron los espectáculos. Nos dio la bienvenida Frida, una tierna abuelita manipulada con sensibilidad y gracia por Hanna Seibold, que nos condujo a las puertas de la casa familiar de los García Lorca. Allí estaba instalada una barra de bar que poco antes confundió a más de uno pensando que el festival iba a invitarse a unos vinos y unos pinchos.

Frida’. Foto de Raúl García

Era la escenografía, de Gracias por su visita, un espectáculo de teatro de objetos creado por Uxía Algarra, una relectura en clave pop del mito de la expulsión de Eva y Adán del Paraíso. Uxía planteó su espectáculo jugando con dos planos, el humano y el de los objetos, el del drama social y el lúdico, el realista y el alegórico. Uxía interpretaba a una trabajadora cerrando el garito, que mientras apura los restos de las copas que dejaron los clientes descubre su carta de despido. Entre medias se monta su película con los objetos que tiene a su alrededor. Y es efectivamente una película con guiños a distintos géneros, aventuras, terror, acción y comedia lisérgica. Un espectáculo, aún en proceso de creación, con todos los ingredientes para convertirse en una pieza excelente.   

Uxía Algarra. Foto de Raúl García

Al terminar Frida ofreció a los presentes unas pastas y nos condujo hasta una antigua caballeriza donde nos apretujamos unas 20 personas para ver Cuervo, un trabajo de Hanna Mahringuer. Un espectáculo valiente que emplea distintos lenguajes. Por un lado, la poesía visual o teatro de objetos simbólico y por otro el del teatro de títeres, en este caso una marota de cuerpo completo, que representaba al abuelo de la interprete, pero quizás también a otros muchos hombres y mujeres de una generación que fueron cegados por el nacionalismo y el odio al diferente. El espectáculo coincidió con el inicio del concierto de Gabriel Calvo y Chema Corvo, lo que no permitió la necesaria intimidad para sumergirse en la historia a través de la elaborada propuesta de espacio sonoro de la artista.

Imagen de ‘Cuervo’. Foto de Raúl García

Y por último fuimos conducidos a otro espacio chiquito y cerrado, seguramente hogar del servicio que trabajaba antiguamente en la casa. Y allí encontramos una historia hogareña, dividida en dos espacios: un exterior y un interior. Al exterior una casita que, a modo maqueta, sirvió de testigo del paso del tiempo. Y en el interior, un sofá, un libro, una mujer anciana y un hombre anciano, juntos, muy juntos, tan juntos que la mantita que les cubre se ha transformado en un solo jersey que los dos habitan, tan juntos que la manipuladora mueve sus cabezas con un solo control, a veces con su mano, a veces con su boca para poder ponerle una mano a cada uno de ellos. Parece que allí adentro el tiempo no pasase nunca, pero sí, sí pasa. Lo que pareciera eterno e inmutable, también cambia y ella muere, y él queda solo. Y el tiempo sigue transcurriendo y adentro pareciera que nada cambia, pero sí, sí cambia. Aparece ella. No sabemos exactamente quien es ella, pero si sabemos que ella antes estaba detrás, moviendo los títeres con cuidado y con amor. Es María Ópera, la creadora de Fugaz. Toma el mismo libro, y leen juntos y ríen otra vez.

Imagen de ‘Fugaz’. Foto de Raúl García

María Ópera, Hanna Mahringuer, Uxía Algarra y Hanna Seibold son alumnas del curso de Teatro de Títeres y Objetos impartido por Maite Campos en la Escuela Remiendo de Granada. Es poco común encontrar escuelas de teatro que impartan una especialización en títeres y objetos, pero en Granada tenemos la suerte de contar con Maite, profesional que ha trabajado con multitud de compañías de primer nivel como La Rous, LaSal Teatro, La Maquiné o La Canela.

Folklorquiando

En paralelo a la muestra de alumnas comenzó el concierto de Folklorquiando, el proyecto de Gabriel Calvo que rememora los romances tradicionales que inspiraron a Lorca. El hecho de que el poeta y dramaturgo granadino sea seguramente una de las figuras más explotadas comercialmente por otros, nos coloca a algunos con una predisposición en alerta ante algunas propuestas de este tipo. El prejuicio se descubre erróneo en este caso a poco que se indague en la carrera de Gabriel Calvo cuyo compromiso con el folklore es incuestionable, con más de 30 años de carrera y una extensa discografía alrededor del cancionero y las tradiciones orales. Gabriel no necesita excusas para cantar romances.

El proyecto desanda y reconstruye los caminos creativos que van de la obra del poeta al romancero tradicional. Gabriel recita y canta acompañado al piano por el músico, pedagogo y docente, también afincado en Salamanca, Chema Corvo. La mirada del espectáculo a lo popular es naif y poética como era la de Lorca. A lo largo del espectáculo aparecen diferentes instrumentos y objetos que sirven de alegoría para acercarnos al universo lorquiano. Las campanas a la muerte, la pandereta a la alegría, la rueca a Mariana Pineda y el toro al Romance de los mozos de Monleón que el mismo Lorca registró junto a la Argentinita.

Uno de los momentos más álgidos y divertidos fue en el que se entregó a los más pequeños la ristra de cencerros gigantes. A uno de los pequeños, situado al extremo derecho, se le asignó el rol de director y mientras Gabriel interpretaba el romance de “La dama y el pastor”, el público mugía cada vez que el chico hacía un pase.

Imagen de ‘Folklorquiando’. Foto de Raúl García

De entre todos los instrumentos y objetos que aparecen en el espectáculo dos compiten en su parentesco con el títere. Las gallinitas que picotean el suelo accionadas por el movimiento circular de un peso con tiros a los pescuezos y el charrasco, instrumento de la tradición asturiano-gallega cuya morfología permite que se le añadan apéndices de todo tipo que lo convierten en tótem. Gabriel construyó su charrasco en los años de juventud y en el mástil grabó con las gubias La Tarara. Toda una declaración de intenciones.

M.A.R. de Andrea Díaz Reboredo

M.A.R. ha sido la imagen del cartel de esta edición del Rincocillo. Una puerta, que es también mesa, que también es gabinete en el que se esconden las historias de una casa. Y es que la historia física de ese espacio narra la historia de las personas que lo habitan. Andrea Díaz Reboredo actuó el sábado y el domingo, y el público granadino no dejó ni una sola silla libre de las 60 que había para cada una de las funciones. Un aforo reducido para una propuesta que necesita de esa intimidad. Andrea invita al público a sentarse alrededor de esa mesa familiar y establece desde el principio un código que el público acepta como un encuentro de familia para hablar de nuestras cosas. Y el público se convierte en esas otras voces que Andrea, a modo de demiurgo, convoca.

Podemos decir que el trato fue recíproco, pues el público también recibió a Andrea con mucho cariño. Es imposible no aceptar esa invitación, no sentirse parte, al menos durante un rato, de esa casa. Y así todos recorrimos sus habitaciones, a momentos vacías y a momentos llenas de vida, y subimos esa escalera y escuchamos ese mar.

Se trata de un espectáculo complejo, que atraviesa distintas temáticas, con muchas ideas, algunas sencillas y accesibles y otras de mayor complejidad. Como hemos dicho, el tono empleado es cercano, sin embargo la propuesta trabaja constantemente con la metáfora visual que permite distintas lecturas según quien la reciba.

M.A.R. Foto Raúl García

Se enmarca dentro de una corriente del teatro de objetos que en los último años nos está dando grandes espectáculos. Aquí no se trata de animar el objeto, aunque este sea manipulado, sino de la centralidad del objeto en la dramaturgia como portador de distintos significados, unas veces como documento otras como metáfora. Un género que suele colocarse dentro de lo que la industria a venido a llamar Teatro de Títeres, Objetos y Visual pero que está fuertemente emparentado con el teatro documental, la poesía visual y las artes plásticas.

Se podría hablar muchísimo de este espectáculo que sorprendió y agradó mucho al público del Rinconcillo, pero no me extenderé ya que en esta misma revista podemos leer varios artículos dedicados al mismo (ver aquí).

Gori gori de El ball de Sant Vito

El domingo por la mañana fue el turno de El Ball de Sant Vito que ocupó con su carro el escenario del patio de la casa-museo de Valderrubio para presentar Gori Gori, su último espectáculo estrenado a finales de 2021. El protagonista vuelve a ser Mingo, un personaje popular de los títeres valencianos que fue recuperado del olvido en un espectáculo anterior de la compañía: La terra dels babaus (El país de Babia, en su versión en castellano). En esta ocasión la dramaturgia es completamente una creación original de la compañía que aborda un tema universal, pero al mismo tiempo complejo, la muerte.

Manel Mengual y Xavier Learreta conforman actualmente el Ball de Sant Vito y desde que comenzaran allá por 2001 haciendo teatro de calle con el tiempo se han convertido en uno de los referentes del teatro popular de títeres. Muy arraigados a su tierra, la Ribera del Xúquer, emplean con naturalidad distintos elementos de la tradición oral y las músicas populares. Tras investigar acerca de los títeres populares en Valencia decidieron emplear el titella catalán bajo el apadrinamiento de Eudald Ferré que les dirigió su primer trabajo titiritero. En esta ocasión han decidido tener dos personas en la dirección, por un lado la maestra del guaratelle napolitano Irene Vecchia y por el otro Jesús Muñoz de la reconocida compañía Pont Flotant. Dos estilos casi antagónicos pero cuyo rastro es innegable en la propuesta final de Gori Gori. Pero vayamos por partes.

Antes de comenzar, lo primero que vemos es una escenografía sorprendente por su tamaño e innovadora para el género, y es que en lugar de un teatrillo o un carromato de cómicos, nos encontramos ante una gigante rueda giratoria que podría recordarnos a la rueda de la fortuna medieval pero que en el fondo sirve de metáfora de una de las ideas centrales del espectáculo. La vida (y la muerte) entendida como ciclo. La rueda son los caminos de ida y vuelta que recorre Mingo y tiene distintos desplegables que nos remiten inevitablemente al pop-up. No es casualidad que en la construcción y diseño de la escenografía haya intervenido Joan Alfred Mengual, hermano de Manel y cofundador de la compañía De Paper.

A modo de preámbulo, los dos actores se meten en su papel de cómicos de la legua, mitad músicos mitad titiriteros contadores de historias. Lo que pareciera una presentación en clave de juego de picaresca entre ambos nos introduce al tema central de la obra. Ante la desaparición de Manel, Xabier, acongojado por la perdida, interpreta que aquel se ha reencarnado en su antigua flauta. Una vez “juntos, siempre, ahora” y con la flauta devuelta, ambos cantan la canción del Gori Gori, que según la RAE es un canto lúgubre en los entierros pero que en manos de los de Valencia se convierte en un canto a la vida.

‘Gori gori’. Foto de Raúl García

La historia tiene una primera parte muy de cuento tradicional. Mingo parte de su casa con mandato de su madre hacia la casa de su abuelo. Por el camino, como Caperucita, se irá encontrando con algunos personajes y así conoceremos su contexto y su carácter inocente y jovial. Pero es a partir de la desaparición del abuelo que el viaje de Mingo es otro. Al inicio Manel ya le había advertido que quizás en la historia de hoy le tocaba pasar por la tristeza, el miedo, la rabia.  En este punto vuelve a haber otro diálogo entre el titiritero y Mingo en el que se nos presenta la dificultad de tratar este tema tabú.

El resto de la historia se estructura a través de lo que vienen siendo las fases del duelo. No haremos spoiler, pero si merece la pena mencionar escenas sublimes como en la que Mingo se enfrenta a la cucafera, conocida como la tarasca en estas tierras o esa otra, mitad pesadilla mitad sueño revelador en la que Mingo se encuentra con una muerte con personalidad propia que nos recuerda a la muerte del Mundo Disco de Terry Pratchet. 

El tema escogido es, como dijimos, difícil de abordar, pero El Ball de Sant Vito lo hace con ternura e inteligencia. Esa gran rueda por la que Mingo transita por las fases del duelo ante una pérdida, nos habla también de los ciclos de la vida humana y la naturaleza, de la reproducción de la vida. La reproducción no sólo a través de la descendencia sino también a través de la huella que dejamos en la tierra, a través de las semillas que plantamos y a través de los cuentos que contamos.   

La Bruja y Don Cristóbal de Títeres desde Abajo

Después de meses sin caer ni gota, negras tormentas agitaron los aires a finales de la semana. En Valderrubio ya hablaban de sacar a pasear los cristobicas en procesión para ahuyentar la próxima sequía. Debido a estas lluvias hubo que suspender la función de Títeres desde Abajo el sábado 20. Sin embargo, el domingo, se adelantó una hora y el público granadino tuvo oportunidad de ver La Bruja y Don Cristóbal.

El espectáculo propone una revisión del desaparecido personaje del títere popular Don Cristóbal Polichinela, pariente ibérico del Pulcinella italiano o el Punch inglés. El rastro del personaje se perdió definitivamente a partir de los años treinta con el inicio de la guerra civil, pero antes de desaparecer de los retablos se poetizó de la mano de Federico García Lorca, pasando de la tradición del títere popular, callejera e iletrada, al teatro de los intelectuales de vanguardia que encontraron en lo popular una forma de arte puro frente a la cultura burguesa.

En el Don Cristóbal de Títeres desde Abajo encontramos reminiscencias de ese personaje violento y patriarcal que retrató Lorca y elementos de las distintas traiciones europeas del títere de guante. 

El carácter reaccionario tan típicamente ibérico se recrea en distintos personajes con el rostro de Don Cristóbal, el burgués, la monja, el policía, el juez, los periodistas, que todos juntos violentan a la Bruja, que representa la disidencia que este sistema no puede permitirse. Las rutinas de cachiporra sirven como recurso dramático para mostrar esas violencias estructurales y cotidianas y la autodefensa de la Bruja como respuesta radical ante las mismas.

La Bruja y Don Cristóbal‘. Foto de Maria Kokkini

El discurso que plantea el espectáculo es en cierta forma difícil de digerir en tanto que hoy día la ideología de las clases dominantes se ha filtrado y asimilado por aquellos que son dominados y hasta los más pobres defienden el orden de la cosas. Pero el espectáculo nos ofrece otras lecturas también interesantes desde un punto de vista social y artístico. No nos extenderemos aquí al ser el que escribe parte de los que actúan, pero dejamos un enlace a otra crónica escrita por Toni Rumbau que podemos leer en esta misma revista (ver aquí)

Trashhh, de Zero en Conducta

Zero en conducta es una compañía bien conocida que gira en el circuito internacional y que se caracteriza por integrar el teatro de títeres con la danza y el mimo entendidos como teatro físico. En esta ocasión Antonio Puchades “Putxa” y Julieta Gascón se permiten viajar ligeros para presentar Trashhh, pero con una maleta que seguramente levanta sospechas y fantasías por cada control de equipajes que cruzan. Un par de uniformes de barrendero y basura variada, para construir un títere de mesa que se convierte en la gran protagonista del show: una cabaretera encantadora hija de los desechos de la sociedad de consumo.

‘Trashhh’. Foto de Raúl García

La pieza, que ha sido supervisada desde el infierno por Pepe Otal y Lope de Alberdi, surge como divertimento para participar en eventos de tipo cabaret. Con el tiempo ha ido creciendo en duración y completando la propuesta con nuevas escenas que le dan una mayor profundidad, pero manteniendo siempre el tono desenfadado. Quizá el hecho de que sea una pieza que surge de forma lúdica, sin grandes pretensiones, hace que sea, de todos los espectáculos de la compañía, el más divertido y accesible a todos los públicos. Recuerda en cierto modo a la frescura y sencillez de Nymio, el primer espectáculo de la compañía, pero podríamos decir que Zero en Conducta ha alcanzado un dominio del lenguaje y una precisión en la técnica de manipulación en pareja que convierten a Trashhh en una pequeña joya del teatro de objetos. 

Trashhh da aquello que promete. Un poema visual de unos 30 minutos en los que la propuesta plástica y de técnica titiritera, el títere construido con basura y las posibilidades que nos ofrece su animación, es precisamente todo lo que hay y es más que suficiente para hacer las delicias del público. 

La increible historia de Elzear Duquette. de Davel Teatro

Davel elije contarnos la historia de Elzear Duquette, una historia basada en hechos reales que le sirve al artista de fábula para hablarnos acerca del tiempo y lo que hacemos para cumplir nuestros sueños y anhelos. Una idea sencilla y hermosa, que se materializa en la historia de Elzear Duquette, el rey de la caminata, un hombre que decidió recorrer el mundo a pie llevando consigo su propio ataúd.

Es el segundo proyecto que Davel Puente desarrolla en esta línea, utilizando un lenguaje personal y al mismo tiempo cercano a las fuentes de lo que hoy se conoce como teatro visual: la magia y el ilusionismo, la animación de objetos que además le sirven de metáfora, la narración oral con matices cómicos y poéticos, los audiovisuales empleados de forma irónica y el circo, en el caso de este espectáculo, los malabares.

La increíble historia de Elzear Duquette‘. Foto de Raúl García

Davel sostiene la historia recreando unos personajes y situaciones con total libertad, de modo que le permiten llevar el espectáculo a un terreno en el que se siente cómodo. Un espectáculo muy dinámico en el que se despliegan multitud de recursos. La narración en primera persona se alterna con el teatro de objetos, las escenas cómicas con las dramáticas, la impostación romántica con lo más mundano, y la palabra con lo visual. Estas son las fibras con las que Davel teje un universo cercano al realismo mágico, que coloca la voluntad del individuo en constante tensión con las fuerzas del destino. 

El espectáculo fue celebrado por un público que salió de la sala como se sale después de un banquete. Todo el mundo felizmente lleno.

Azazel, el cabaret de los chivos expiatorios. de Cía. La Cantinela

El Rinconcillo se despidió de su 19ª edición el domingo a medio día con la función que ofreció la compañía francesa La Cantinela sobre el acogedor escenario del antiguo secadero de tabaco. La artista Anouk Sebert protagonizó Azazel, el cabaret de los chivos expiatorios, un espectáculo en formato de cabaret musical en el que la actriz emplea distintos recursos escénicos: teatro de objetos, sombras, títeres de mesa y música en vivo. 

En la mitología cristiana Azazel es un ángel expulsado del cielo por su insubordinación y reconvertido en demonio bajo el mando de Lucifer. En este caso Azazel es un desierto fruto de la imaginación de Anouk la niña-cabra en el que viven los renegados, los excluidos, los no amados. Con este punto de partida podemos hacernos una idea del imaginario al que recurre la artista francesa para desarrollar su particular cabaret.

No pude verlo en tanto que estaba desmontando en el patio de la Casa-museo pero desde afuera se escuchaban las canciones, las risas y los aplausos del público. A la salida, un compañero comentaba que efectivamente se trata de una propuesta muy personal, alejada de clichés titiriteros que a veces impregnan los espectáculos que vienen produciéndose en los últimos años. Divertido para todos, con un humor propio, inteligente, y no siempre complaciente con los adultos. Una pena no haber podido verla. Pero casi seguro que Azazel, el cabaret de los chivos expiatorios tendrá un largo recorrido y esperamos que haya otras ocasiones para verlo por estas tierras.