(Bandoleros. Marionetas de la colección Marie & Pavel Jiráskovi. Foto T.R.
El Festival Titiriberia ‘Olhares sobre os cristovos’ 2024 ha centrado la exposición de este año en el universo de las marionetas checas, cuyas tradiciones constituyen uno de los patrimonios titiriteros más importante de Europa, con la colección privada de Marie y Pavel Jiráskovi, de la ciudad checa de Brno.
La exposición se ha hecho en el vestíbulo del Teatro Auditorio de Rianxo, uno de los espacios habituales del Festival, un lugar por lo tanto frecuentado por los espectadores que estos días han acudido a las funciones de títeres.
Abertura de la exposición. De izquierda a derecha: Eufrasio Lucena Muñoz, Marie Jiráskovi, Comba Campoi y Julián Bustelo Abuín, alcalde de Rianxo. Foto T.R.
También hablaremos de cómo este patrimonio es utilizado por algunos de los más importantes creadores cinematográficos de la República Checa, según nos explicó Pavel Jiráskovi, él también cineasta, en una presentación audiovisual que hizo en el Auditorio para los que querían profundizar en este tema. Concretamente, hablaron de algunas películas de Jan Švankmajer y de los Hermanos Forman.
Hizo de mediador entre el público y los dos artistas checos el escenógrafo y profesor de teatro Eufrasio Lucena Muñoz, políglota que no solo habla gallego (fue profesor en Vigo unos años) sino que también domina el checo. Hay que agradecer la difícil y laboriosa labor de Eufrasio estos días del Festival, al permitir que todos pudiéramos comunicarnos con mucha fluidez con Marie y Pavel Jiráskovi.
Exposición de Títeres Históricos Checos
Fue impresionante ver las marionetas de la colección privada de Marie y Pavel Jiráskovi, pertenecientes a diversas familias de titiriteros ambulantes que durante los siglos XVIII, XIX y parte del XX, se movieron por el centro de Europa con sus carromatos que les servían de vivienda, de teatro y de almacén.
Marionetas de la colección Marie & Pavel Jiráskovi. Foto T.R.
Las que pudimos ver en Rianxo pertenecen mayormente a la tradición checa, aunque es difícil distinguirlas de las que giraban por Eslovaquia, partes de Hungría, Rumanía e incluso por lugares de Alemania y Austria.
Marionetas de la colección Marie & Pavel Jiráskovi. Foto T.R.
Una característica clave de la tradición de las marionetas checas tiene que ver con la pervivencia del checo como lengua viva del pueblo, cuando en estos países la lengua utilizada por la alta cultura, en las principales ciudades y en la administración, era básicamente el alemán. Contó Marie Jiráskovi cómo el teatro de marionetas fue decisivo en la recuperación del checo como lengua nacional, que se impuso tras la independencia del país en 1918, fruto del colapso del Imperio Austrohúngaro. Fue en los viejos textos populares de las obras de los titiriteros ambulantes donde se conservó la riqueza de la lengua que hablaba el pueblo llano, motivo por el que la cultura checa siempre ha visto las tradiciones del teatro de marionetas como uno de los núcleos culturales básicos de la nueva nación, un patrimonio que había que cuidar y conservar.
Marionetas de la colección Marie & Pavel Jiráskovi. Foto T.R.
Hay que decir que influyó mucho en esta preservación de las marionetas populares, la calidad escultórica de sus tallas de madera, realizadas por los mismos tallistas que alimentaban las iglesias con sus figuras de cristos, santos, santas y personajes míticos.
Igualmente influyó un repertorio de títulos sacados del mejor teatro europeo de los siglos anteriores, con obras claves como fueron las distintas versiones de Fausto, una de las temáticas más conocidas y amadas por el público. Fausto permitía que entraran en juego arquetipos como el Diablo a través de la figura de Mefistófeles, el sabio-alquimista, elementos mágicos, y otros muchos prototipos extraídos de la literatura dramática clásica, así como de la Comedia italiana del Arte que entonces se representaba en toda Europa.
Marionetas de la colección Marie & Pavel Jiráskovi. Foto T.R.
No debemos olvidarnos que en esta zona triunfó el catolicismo bien marcado por la Contrarreforma, que impuso la estética barroca confrontada al puritanismo protestante. Una victoria del Papado de la que los marionetistas podemos estar muy agradecidos, dadas las gratas consecuencias que tuvo para nuestro arte.
No en vano Praga es un lugar que se ha acostumbrado a mirarse a sí mismo a través del reflejo de sus dobles y que ha dado a la figuración una enorme importancia. No es casual que la venta de marionetas sea uno de los negocios más recurrentes en las tiendas de souvenirs de la ciudad.
Kaspar. Marionetas de la colección Marie & Pavel Jiráskovi. Foto T.R.
Uno de los personajes principales de las tradiciones marionetísticas es Kaspar, el héroe principal del teatro de marionetas popular checo, al que podemos considerar como el primo hermano local de Pulcinella: Kaspar o Kasparec —pequeño Kaspar—. Su nombre deriva del personaje alemán Kasperl, el cual, al adaptarse a las tierras de Bohemia, adquirió perfil propio. De hecho, se superpone a un personaje local llamado Pimprle, un divertido bufón que aparece a finales del siglo XVIII y que ejercía de criado, muy celebrado por sus burlas a ricos y poderosos. Gerhard Bressler, artista de origen vienés, lo popularizó entre los años 1770 y 1780, período muy activo en las principales ciudades de centroeuropa. Tan popular fue el personaje que, a principios del XIX, la palabra Pimprle se usaba para designar al teatro de marionetas en su conjunto. Hasta que Kasparec ocupó su lugar.
Kaspar. Marionetas de la colección Marie & Pavel Jiráskovi. Foto T.R.
La tradición lo muestra mayormente bajo forma de marioneta de hilo y varilla —sujeta a la cabeza— y con unos rasgos muy característicos: bajito, con un bonito vestido rojo de juglar y un bonete también rojo del que penden varios cascabeles.
A diferencia de Kasperl y de Punch, Kaspar o Kasparec, aparte de su pequeña estatura, no muestra deformación física alguna: ni es jorobado ni es exageradamente narigudo. Ello se debe en parte a su condición de marioneta de hilo, pues es sabido que las de guante suelen exagerar trazos y perfiles. Su expresión es vivaz y alegre, y es el único héroe de los teatros de títeres populares de Europa que lleva bigote y perilla —aunque a veces aparece afeitado—. Al lado de sus primos hermanos, casi parece un dandi de feria.
El fumador de pipa. Marionetas de la colección Marie & Pavel Jiráskovi. Foto T.R.
Como Kasperl, ejerció la profesión de criado con mucho desparpajo y vivacidad, incluso con inclinaciones lúbricas, y su franqueza le permitía dirigirse al público de tú a tú para desdramatizar los temas serios o altamente románticos de las obras representadas. A principios del siglo XX, sin embargo, fue tomado por el público infantil como uno de sus personajes preferidos, perdiendo en parte su faceta más oscura y satírica, aunque siempre se ha mantenido en el imaginario colectivo del pueblo checo como una figura entrañable, vivaz y muy querida. Sin duda, una de las partes más sensibles del ‘alma checa’.
Levantador de pesas. Marionetas de la colección Marie & Pavel Jiráskovi. Foto T.R.
Tenemos que destacar de nuevo un factor determinante a la hora de enfocar esta exposición: el teatro de marionetas en Bohemia cuenta con una de las tradiciones más ricas e impactantes de Europa, especialmente en lo que se refiere a los siglos XVIII y XIX, sólo comparable, salvando todas las distancias y admitiendo todas las diferencias, a la irrupción de los pupi en el sur de Italia durante el XIX.
Tal como nos explican Jaroslav Blesha y Pavel Jirasek (fotógrafo del libro y que ahora hemos conocido en Rianxo como corresponsable de la colección Jiraskóvi) en su espectacular monografía “Marionetas Checas” (libro que se ha podido consultar estos días en Rianxo), entre 1780 y 1800 se conocen 60 nombres de marionetistas en Bohemia y unos 25 en Moravia, lo que da una idea de la densidad titiritera de la región.
Conformaban compañías itinerantes que efectuaban sus giras en carromatos y que utilizaban marionetas de hilo de talla de madera que oscilaban entre los ochenta centímetros y el metro y veinte de altura. Algunas de estas marionetas se han conservado, y existen magníficas colecciones de figuras creadas ya en el siglo XIX que son realmente impresionantes. La de Marie y Pavel Jiráskovi es una de ellas.
La titiritera sevillana Imma Palomar reencuentra a Mari Jiráskovi. Ambas estudiarom juntas teatro en Praga en los años 80.
Como explicó Marie Jiráskovi, los llamados Teatros Itinerantes de Marionetas, de los que se tiene constancia desde finales del siglo XVIII, son verdaderos linajes familiares que se estiran en el tiempo, siendo su iniciador el titiritero Matĕj Kopecký, considerado como el “rey de los titiriteros checos, el despertador de la tradición patria”. En realidad, no fue ni el primero ni tampoco el tallista de sus marionetas, pero ha quedado como el patriarca simbólico de los titiriteros checos.
Divertimento de Marionetas con figuras de cartón. Marionetas de la colección Marie & Pavel Jiráskovi. Foto T.R.
Estas compañías itinerantes se desplazaban con caravanas y carromatos que les hacían de casa y de teatro, o simplemente montaban sus retablos barrocos en los cafés o en las tabernas de pueblos y ciudades. Actuaban en checo para las poblaciones rurales y para los públicos de las ciudades pequeñas, ya que en las grandes estaban las compañías que actuaban en alemán. Por este motivo, desde un principio hubo una profunda identificación entre las marionetas y el movimiento checo para la independencia, como antes hemos indicado.
Pavel Jiráskoci junto a Eufrasio Lucena Muñoz. Marionetas de la colección Marie & Pavel Jiráskovi. Foto T.R.
Existe un documental ideado y escrito por Ida Hledíková-Polívková, con dirección de Peter Beňovský y producido por Furia Film, en el que se recogen los testimonios de los últimos titiriteros itinerantes de Centroeuropa que han llegado hasta nuestros días, todos ellos en los estertores de su profesión. Su título es The Last caravan y es una maravilla nostálgica y muy ilustrativa de un mundo arrasado por la vorágine del siglo XX. The Last Caravan hace el retrato de algunas de estas nobles familias de titiriteros ambulantes: las familias Dubsky y Anderle de Eslovaquia, las familias Kopecky y Novak de Chequia, la familia Kemeny de Hungría y la familia Domrowski de Alemania.
Sorprende la poca presencia de los títeres de guante, a diferencia de otros países con tradiciones polichinescas. Aun así, la exposición que hemos visto en Rianxo mostraba magníficas piezas de guante, como estas imágenes ilustran.
Típico dragon de los títeres de guante. Marionetas de la colección Marie & Pavel Jiráskovi. Foto T.R.
Títeres de guante. Kasparek. Marionetas de la colección Marie & Pavel Jiráskovi. Foto T.R.
Títeres de guante. Marionetas de la colección Marie & Pavel Jiráskovi. Foto T.R.
Títeres de guante. Núsicos con platillos. Marionetas de la colección Marie & Pavel Jiráskovi. Foto T.R.
Se impuso en esta zona europea la marioneta sostenida por una varilla de hierro sujeta en la cabeza y por hilos para el resto del cuerpo, una tradición europea que encontramos ya desde la Edad Media y que puede considerarse anterior a la gran explosión de los títeres de guante que se vivió en el siglo XIX en tantos países de Europa. Una tradición, la checa, basada en unas marionetas de una gran presencia escultórica, que los pupi desarrollarán simplificando algo los mecanismos de manipulación, y que exige compañías complejas y numerosas, ya que cada marioneta necesita un manipulador, además de músicos, narradores y maquinistas.
Algunos historiadores se preguntan si este tipo de marioneta de vara y figuras escultóricas no procederá de la tradición española de la Máquina Real, dado que se encuentra este modelo en los antiguos territorios del imperio español (en Sicilia y todo el sur de Italia, en Flandes, y en el este germánico). Aunque también es posible que las influencias sean a la inversa, y que haya sido la llegada de Carlos I de España y V de Alemania el que haya traído a la Península Ibérica los modelos germánicos.
Han participado en la presentación de la colección checa y el curso de Marie y Pavel Jiráskovi las siguientes instituciones: Asociación Morreu o Demo, Concello de Rianxo, Deputación da Coruña, Xunta de Galicia, Unión Europea. Fondos Next Generation EU, Plan nacional de renovación (República Checa), Ministerio de Cultura de la República Checa, JAMU – Facultad de Teatro – Academia de Artes Escénicas Leoš Janáček – Brno – República Checa, Embajada de la República Checa en Madrid, Centro Checo en Madrid
Las marionetas tradicionales checas, vistas y tratadas desde el cine de arte
El miércoles por la tarde, Pavel Jiráskovi nos mostró algunos ejemplos de cómo este patrimonio titiritero ha sido capaz de inspirar a importantes artistas del cine y del teatro para crear obras maestras, jugando con sus expresiones majestuosas y hieráticas, que al representar tan bien los prototipos de los personajes que encarnan, permiten trasladarlos al terreno del símbolo, de la alegoría y de la poesía visual.
Es el caso del gran Jan Švankmajer y de los Hermanos Forman.
Pudimos ver el film de Švankmajer Punch and Judy (1966), una maravilla que muestra la esencia del títere popular basado en su materialidad hierática de madera y en el juego de la cachiporra, puro teatro del absurdo, que el cineasta pone junto a un animal vivo, un simpático ratoncito hámster, creando un genial contraste entre la materia animada y la inanimada.
Mientras Punch and Judy se basa en los títeres tradicionales de guante, en Don Juan (1970), la siguiente película que mostró Pavel, Švankmajer juega con las ´típicas marionetas tradicionales checas, combinándolas magníficamente con el trabajo de actor.
Quizá sea su largometraje Faust donde más ha tratado esta combinación de marioneta y personajes humanos, una de sus obras maestras filmada en 1994:
Finalmente, nos mostró Pavel Jiráskovi dos películas de los Hermanos Forman, en las que hacen actuar a títeres tradicionales pero con una técnica de animación que podríamos llamar a la vista, explorando todos los efectos cómicos y absurdos de los muñecos, bajo la mirada implacablemente irónica de quienes los mueven, en una poética burla del teatro barroco del que no se sabe si es para niños o para mayores.
Actualidad de los títeres tradicionales checos
Con esta presentación, Marie y Pavel Jiráskovi daban de un modo indirecto respuesta a algunas de las preguntas que los titiriteros presentes en el Titiriberia más les hicieron: ¿está esta tradición aun viva? ¿Hay maestros que actúan todavía con las viejas marionetas? ¿Qué futuro ven en estos títeres de la tradición?
Como explicaron tanto Marie como Pavel, a lo largo del siglo XX, el teatro clásico de marionetas con sus carromatos y familias itinerantes poco a poco se fueron retirando, incapaces de competir con los nuevos espectáculos en auge. Un fenómeno general que ya vimos cuando tratamos del Teatro dei Piccoli y del Barriga Verde de los hermanos Silvent.
Marionetas de la colección Marie & Pavel Jiráskovi. Foto T.R.
Por otra parte, las décadas comunistas rompieron estas inercias, que se remontaban hasta el siglo XVIII y que estaban basadas en la pura iniciativa privada. Los viejos argumentos fueron substituidos por historias formativas y pedagógicas, y las compañías tuvieron que institucionalizarse. En los países del Este de regímenes comunistas, se impuso el modelo soviético de hacer y de enseñar teatro, matando la tradición, aunque también tuvo sus efectos positivos, al provocar el nacimiento de varias generaciones de titiriteros muy bien formados con estudios profundos en construcción, interpretación, escenografía, dirección de escena… Los grupos amateurs se mantuvieron, correctamente institucionalizados, y algunas de las compañías consiguieron grandes resultados artísticos y organizativos.
Las marionetas tradicionales han quedado, sin embargo, como un patrimonio al que cabe acudir aprovechando la alta calidad de sus rasgos escultóricos y simbólicos, como personajes que encarnan prototipos humanos que van de la profundidad expresiva a la caricatura.
Tal es el uso que de ellas han hecho creadores como Švankmajer y los hermanos Forman, que han entendido e interpretado con extraordinaria profundidad sus altas cargas simbólicas y estéticas. Una manera, pues, de mantener viva la tradición desde las vanguardias más heterodoxas.