El pasado 28 y 29 de octubre de 2024 se celebró en Madrid, dentro del VIII Festival Pendientes de un Hilo, el taller de crítica teatral Imaginando una crítica para el teatro de títeres impartido por Jara Martínez Valderas, Nani de Julián, Marta García Miranda y Ka Penichet.

El Taller se desarrolló en el Teatro Pradillo y durante cuatro sesiones los participantes se adentraron en la crítica teatral y el análisis escénico con el fin de afinar la mirada y poder convertirse en espectadores críticos. Tuvieron la oportunidad de disponer de una acreditación que les permitió asistir a todos los espectáculos del festival para poner en práctica los conocimientos adquiridos. Fruto de esas sesiones, publicamos en Titeresante los dos siguientes textos redactados por dos de los participantes: Cuentos y recuentos de Maese Pedro, de Hilos Mágicos, por Amalia González Bermejo; y Rumbo a Farout, de Onírica Mecánica, por David Martínez Atozqui

Cuentos y recuentos de Maese Pedro, de Hilos Mágicos. Por Amalia González Bermejo

Ciro Gómez Acevedo, creador y único actor en escena de este espectáculo que se presenta como una conferencia en torno a la historia del títere, nos envuelve desde el principio en una entretela tejida con esos hilos mágicos de los que habla el título. Nos acompaña en todo momento en esta locura suya que camina y salta desde la comedia al drama pasando, que es su objetivo bien conseguido, por todos los tipos de títeres, muñecos con vida, máscara primigenia y marioneta de diversas técnicas. Y digo conseguido porque a través de esa diversidad actoral que caracteriza al personaje que él encarna, nos presenta efectivamente un abanico histórico de la evolución del títere en el tiempo a través de los diversos espacios que ha habitado el ser humano en este planeta.

Foto compañía

En su recorrido Ciro hace participar al público de una manera que casi sin darte cuenta te encuentras en el escenario manejando un títere junto a varias compañeras y compañeros.

No tengo duda de que su participación en Pendientes de un hilo, VII festival de títeres y objetos de Madrid, hoy 2 de noviembre de 2024, en la sala Pradillo, ha sido un auténtico acierto.

Ficha técnica:

Autor y narrador: Ciro Gómez Acevedo
Dioramas y figuras: Alvaro Enrique Arroyo
Producción: Oliverio Castelblanco
Música: autores varios
Ayudante de escena: David Valencia Faura
Realización General: Teatro de Marionetas Hilos Mágicos

Amalia González Bermejo

Este es un gran país y otros motivos para exiliarse. Por David Martínez Atozqui

Rumbo a Farout, la experiencia escénica de la compañía Onírica Mecánica que convierte al público en el elenco de la pieza que recaló en el Teatro Pradillo.

Doce cajas blancas, cerradas, repartidas sobre dos mesas rectangulares colocadas en paralelo. Al fondo del espacio, otra caja también blanca, también cerrada, posada en el suelo. De esta última, al bajarse las luces, se vislumbra un resplandor procedente de su interior. Esa luz que se adivina dentro de la caja es un imán blanco y dorado, es una boya en medio del mar, una bengala lanzada al cielo en mitad de la noche.

Foto compañía

Antes de todo esto, al público se nos ha reunido fuera de la sala, junto a la puerta por la que accederemos a ella. Estamos en el Teatro Pradillo, y la propuesta a la que asistiremos se halla programada en la octava edición del festival Pendientes de un hilo. Nos han entregado unos auriculares por los que se nos darán una serie de indicaciones que deberemos seguir. Para estar más cómodos, nos han invitado a dejar abrigos y bolsos en un colgador antes de comenzar la experiencia. La puerta todavía no se ha abierto y los cinco participantes –podríamos haber sido doce pero no, solo éramos cinco- escuchamos con los cascos puestos la presentación que hace Jesús Nieto, fundador de la compañía Onírica Mecánica en 2007. Su voz tranquila predispone, paradójicamente, para un viaje excitante. Nos cuenta que, en los límites del sistema solar, fue descubierto en 2009 el objeto más alejado de nuestra galaxia jamás observado. Farout. Un pequeño planeta que hace honor a su nombre, sobre el que un grupo de doce jóvenes estudiantes imaginaron, a invitación de la compañía, como un no lugar al que dirigirse “para emprender una nueva forma de vida intentando evitar los errores cometidos en la Tierra.” Junto a este grupo de jóvenes, cuyas voces iremos escuchando a lo largo de la experiencia, la voz de Nieto nos anima a seguirles en este “viaje en primera persona a la búsqueda de una utopía.” Lo excitante del viaje se presupone por dos razones: por un lado, desde el comienzo, la pieza invita a jugar activamente al espectador. Y por otro, lo hace entregando la guía para ello a un grupo de jóvenes que nos acompañará con sus voces hasta que todo finalice. El director del proyecto nos dice: “Me agarro a la juventud como a un clavo ardiendo, esperando que hallen las respuestas que nosotros no encontramos”.

Foto compañía

Una vez que entramos a la sala descubrimos doce sillas situadas alrededor del espacio, equidistantes. Solo la persona que nos recibió fuera nos acompaña, en un aparte. Nos invitan a sentarnos en la silla que elijamos. Entonces comienzan una serie de locuciones en las que las voces de diferentes jóvenes nos contarán su proyecto de iniciar una nueva vida en Farout. Pronto surge el desencanto de una juventud a la que nadie tiene en cuenta y a la que no se le permite dar el paso de vivir una vida plena y adulta. ¿Cómo no querer marcharse a otro planeta si en este país el 32% de los jóvenes entre 20 y 29 años está en riesgo de pobreza o exclusión social? Que nuestros políticos repitan que vivimos en un gran país no evita que dos de cada tres jóvenes en esa franja de edad vivan con sus padres. O que seamos líderes en abandono de los estudios y que las altas tasas de paro juvenil sean aquí algo estructural. Soñando con un horizonte más amable y esperanzador, la voz de una chica joven nos invita a levantarnos y comienza a explicar cómo será la vida en Farout. Con el vals nº2 de la Suite para una orquesta de variedades, de Shostakóvich, de fondo, si compartimos lo enunciado o no, se dará lugar a diferentes desplazamientos por el espacio, comenzando una interacción real entre el público asistente. Porque es el público quien se encarga en esta propuesta escénica del jouer, del to play. Y como nos dirán al final de la experiencia, confirmando lo vivido, esto es un juego. 

Después, en un momento dado, una voz nos pide que nos sentemos en las dos mesas que ocupan la parte central del espacio. Cada persona tiene delante una caja, blanca, cerrada. Nos piden que quitemos la tapa. Dentro de la caja, una serie de objetos: vasos de cartón, figuritas de animales de plástico, algún elemento vegetal… Siguiendo las indicaciones, cada participante construye su propia versión de Farout, una maqueta que representa ese lugar donde comenzar de nuevo. Después seguirán otras dinámicas, otras indicaciones, nos invitarán a bailar con la primera canción que sonará en Farout y que será de Ibrahim Ferrer. Por debajo de todo ello late una pulsión, la que pone en valor la voz de los jóvenes. La de aquellos y aquellas a los que no les importaría exiliarse a un cascote que flota en el espacio, alegando que “en este nuevo no mundo no habrá puertas ni fronteras, solo se hablará una lengua o no existirá la Navidad.” Hubo una ministra nuestra que a la huída del talento joven hacia otros países lo llamó “movilidad exterior”. El juego aquí propuesto es mucho más serio que aquella declaración. Aunque lo que el espectador/actor pueda disfrutar, dependerá de la empatía que sienta hacia esta juventud que ansía una nueva sociedad y la capacidad de juego que tenga. Porque el resultado de la experiencia se verá influenciado por el grupo que se conforme en cada pase. Aparte de que la compañía lo recomiende para personas entre quince y treinta años, no será lo mismo si se completa el cupo máximo de doce participantes o si solo se encuentran cinco -podríamos haber sido doce pero no, solo éramos cinco-, si son desconocidos entre sí o, como nos ocurrió, nos conocíamos antes de entrar en la sala. Y aquí, creo, está el posible freno que impide que esta expedición despegue del todo. En la mayoría de juegos populares, cuantos más somos, más divertido es. Por este motivo, supongo que este viaje no siempre resultará igual de emocionante, a pesar de que el paisaje que descubramos sea atractivo y el trayecto trazado nos interese de verdad.

Cuando los cuarenta y cinco minutos que dura la pieza finalizan, nos enteramos de que la caja posada en el suelo, al fondo del espacio, cuya luz interior lleva tres cuartos de hora intrigándonos, finalmente no entrará nunca en juego. Por una indicación a través de los auriculares mal entendida, dejará de ser lo que era, convirtiéndose en un misterio faroutico sin resolver, en un bello objeto abandonado, en una estrella que languidece mientras el público/elenco abandona lentamente la sala.

Ficha técniva

Dramaturgia y desarrollo de proyecto: Mario Muñoz, Ovidi Calderón, Cecilia Mansilla, Paula Lloret, Esther de Toledo, Younes Demnati, Sandra Saa, Guillermo Carrasco, Estela Santos, María Silla, Carlota Valiente, Alicia Bernal, Jesús Nieto y Pedro Guirao.
Espacio sonoro y músicas: Pedro Guirao
Diseño de luces y técnica: Octavio Gómez
Asistente de dirección: Alicia Bernal
Segunda asistente de dirección: Estela Santos
Diseño gráfico: Ana de Mesa
Con las voces y la presencia virtual de: Mario Muñoz, Ovidi Calderón, Cecilia Mansilla, Paula Lloret, Esther de Toledo, Younes Demnati, Sandra Saa, Guillermo Carrasco, Estela Santos, María Silla y Carlota Valiente.
Distribución y acompañamiento artístico: Inés Gutiérrez
Dirección artística: Jesús Nieto

David Martínez Atozqui