Llega La Mercè, la Fiesta Mayor de Barcelona, y toda la ciudad se transforma en un escenario gigantesco y multiforme para la fiesta. El éxito de convocatoria de La Mercè es extraordinario y constituye sin duda uno de sus elementos más característicos. En cierto modo, podríamos decir que la ciudad enlaza con una tradición que le viene de lejos, como muy bien explica Albert García Espuche en el libro “Festes i celebracions. Barcelona 1700”, (Monografies del Museu d’Història. Col·lecció “La Ciutat del Born. Barcelona 1700”), cuando dice que Barcelona a principios del siglo XVIII era una ciudad que tenía festivos la mitad de los días del año, esto sin contar las fiestas ocasionales, que eran numerosísimas.
Y como suele ocurrir en la ciudad, los elementos paganos de la fiesta cogen rápidamente un enorme protagonismo. Por la Mercè, además de los mil y un conciertos y actividades diversas dirigidas a todos los públicos, sobresale el Correfoc, esta orgía de fuego, bestias, diablos y satanismo que entusiasma a los más jóvenes de los barceloneses. Y es ya una costumbre establecida que los días antes de la gran Apertura de las Puertas del Infierno, las Bestias se exhiban en el Ayuntamiento en estado de reposo, para que todo el mundo pueda acercarse a ellas sin miedo, para tocarlas y hacerles fotografías.
Titeresante, siempre presta a acudir a estas citas tan agradecidas como insólitas, no ha dudado en acercarse con su cámara. He aquí algunas de las imágenes obtenidas. .