Hasta hace muy poco se pensaba que el mundo había conocido el títere tradicional catalán a través del famoso artículo de Harry V. Tozer en el Pupettry Yearbook de 1932. Y es cierto que aquella modesta y excepcional revista editada por Paul Mc Pharlin en Michigan (USA), desde 1930 hasta 1947, fue la que logró que otras publicaciones recogieran la técnica catalana incluso con fotos demostrativas de la posición de la mano del titiritero, tal como hizo Cyril Beaumont en Puppets and the puppet satge (Londres, 1938, p. 137, ver foto). Se sabe que la técnica de guante catalán fue utilizada por titiriteros de otros países como Estados Unidos, Rusia o Gran Bretaña. De todo ello hablé en mi artículo El títere de tipo catalán y la saga de los Vergés, en el número 4 de la revista Fantoche (2010).
Fotografías de Cyril Beaumont.
Pero hoy tengo que decir que en México ya se conocía la técnica catalana desde mucho antes. México es un saco de sorpresas para explicar algunos asuntos capitales sobre los títeres de nuestra tierra. Un titellaire catalán llamado Julián Gumí trabajó en México capital durante un breve periodo de tiempo, al menos entre 1906 y 1908. La primera noticia de él la tuve al leer el libro Teatro Guignol Mexicano de Roberto Lago (México D.F., 1956, p. 33), donde lo señalaba como posible introductor de la marioneta de guante o funda (de las dos formas lo llaman los mexicanos) en el país. Señalaba que había actuado en el Casino Alemán y en el Orfeón Catalán. Además de las figuras precolombinas y de algunas formas ambulantes de títeres callejeros, los títeres que principalmente se habían conocido hasta esa fecha en México habían sido de barra a la cabeza (ya desde el periodo colonial español) y luego los de hilo, con la sensacional compañía de Rosete Aranda y seguro otras que no pudieron llegar al éxito que esta alcanzó.
De la existencia de Julián Gumí no he querido hablar hasta no tener en mis manos la fuente que había utilizado Roberto Lago. Se trata de El teatro mexicano de muñecos (Ediciones Encuadernables de El Nacional, México, 1941), un libro que recoge una buena parte (25 obras) del repertorio del Teatro de Muñecos del Departamento de Bellas Artes que trabajaba a través de la colaboración de los Ministerios de Cultura y Educación en los tiempos del Presidente Lázaro Cárdenas, el que abrió las puertas del país a los exiliados españoles. Este grupo fue fundado por Germán y Lola Cueto y Graciela Amador entre 1931-32, tras su regreso de Europa. En el prólogo, de Armando María y Campos, señalaba que debieron ser soldados franceses los que trajeron la técnica del “guignol”, pero añadía lo siguiente (p. 14):
“Un islote en el mar de conjeturas sobre los primeros muñecos de funda o guante. Un catalán, Julián Gumí presenta el año 1906, en el Casino Alemán, Calle de López, una función de guiñoles, como los había visto representar en Barcelona tres años antes. A poco, en 1908 ya se ve obligado a montar un taller y halla un magnífico colaborador en el titiritero Juan Guerrero. Gumí y sus muñecos actúan en sociedades y casinos, semanariamente; las funciones del Orfeón Catalán, Bolivar 24, son las que dejan más arraigo en la chiquillería metropolitana.”
Pulgarcito México 1931. En ella se habla del grupo Periquillo
Ese Juan Guerrero participó luego como constructor y manipulador en el grupo El Periquillo creado por el poeta Bernardo Ortiz de Montellano en 1929. La actividad comenzó en la Casa del Estudiante Indígena, con el apoyo estatal de la Secretaría de Educación Pública, actuando en jardines infantiles, barrios populares y poblados cercanos, intentando involucrar a la población indígena. “La finalidad de este esfuerzo era divertir, pero también educar, haciendo propaganda antialcohólica y de higiene” (Irma Elisabeth Gómez, ¡Ya viene Gorgonio Esparza! y el teatro de muñecos animados. El discurso teatral como una vía para la recuperación de la tradición popular, Tema y Variaciones de Literatura, 23, 2005, p. 206). Siguió Juan Guerrero con su actividad, pues en 1948 formó parte del grupo de profesores de la Escuela de Teatro Guiñol fundada por Roberto Lago con el apoyo del Departamento de Bellas Artes. Pero en todas estas actividades se empleaba ya la técnica lyonesa de un solo dedo al cuello y cabeza.
Retablo utilizado por el grupo Periquillo. Obra del pintor Julio Castellanos
Todas estas cuestiones las comenté en 2006 con Mireya Cueto, la dramaturga y titiritera hija de Germán y Lola, fallecida en 2013, en un entrañable encuentro en casa de la marionetista Helena Millán con la presencia de Pepe Otal, Concha de la Casa y Carlos López.
Mireya Cueto y Adolfo Ayuso.
El mencionado Roberto Lago afirmaba que Gumí daba “representaciones con títeres de funda un tanto distintos de los guignoles franceses, pues éstos –los catalanes−, además de la cabeza, donde se introduce el índice del animador, y de las manos, que se manejan con el pulgar y el mayor, tienen un torso de madera con tres cavidades para introducir en ellas el índice, el mayor y el anular, manejándose las manos con el pulgar y el meñique. Es Gumí un gran muñequero que todavía, el último, emplea la guíjola para desfigurar la voz” (prólogo a ¡Ya viene Gorgonio Esparza!, Antonio Acevedo Escobedo, Anuario de la Sociedad Folklórica de México, 1944, p. 9)
La figura de Julián Gumí aparece en otros libros y artículos sobre el títere mexicano, pero no hace falta acudir a libros poco accesibles para la mayoría. En la Encyclopédie Mondiale des Arts de la Marionnette, editada por UNIMA en 2009, también se le menciona en la voz Mexique. Sus redactores, la chilena Ana María Allendes y el argentino Pablo Luis Medina, que sin duda conocen la bibliografía citada, le vuelven a citar como uno de los precursores del teatro del títere de guante mexicano pero utilizando la vieja técnica del guante catalán, la cual vuelven a explicar detalladamente.
Poco es, pero está bien para abrir boca. Gumí trabajaba con los títeres tradicionales y con lengüeta (guíjola, le llaman los mejicanos). Debía de haber emigrado sobre 1903 de Barcelona a México. ¿A quién vería trabajar en 1903: a Juli Pi, a Isidre Busquets, a Joan Gisbert, a Joan Palou de Sant Martí de Provençals, a Joan Llenas? Si no era cap de grupo seguro que habría ayudado alguna vez a alguno de esos maestros. El Orfeó Catalá de Mèxic se fundó en 1906 y sigue existiendo. ¿Existirán en sus actas, en los fondos de su biblioteca, rastro de Julián Gumí? Yo ya les he escrito, a ver si hay suerte.
Soy María Cristina Gumí, nieta de Julián Gumí Soler, si es de su interés, podría dar alguna información sobre la vida de mi abuelo. Gracias y Saludos.
Buenas tardes, María Cristina Gumí, ya mandé su comentario a Adolfo Ayuso, el autor del artículo, con su dirección de correo. Saludos y gracias por su mensaje
Toni Rumbau