En la salita de exposiciones que hay en el claustro del Convento das Bernardas, donde se encuentra el Museu da Marioneta de Lisboa, puede verse estos días una interesante exposición de máscaras portuguesas, concretamente de la región norteña de Tras-os Montes, perteneciente a la colección privada del actor André Gago. Máscaras impactantes que muestran la fuerza de esos ritos populares que son las fiestas de carnaval y otras que se celebran en invierno, la mayoría de origen pagano asociadas a ritos agrícolas y de pasaje.
Concretamente, las máscaras pertenecen al llamado Ciclo de Invierno usadas en las fiestas de los Caretos o de los Rapazes, de Santo Estevão, y las fiestas del Chocalheiro o de Carnaval de Lazarím.
Citamos a continuación el texto de presentación que podemos leer en un panel de la exposición:
“Nos encontramos en Tras-os-Montes, en el noreste del Portugal peninsular. El manto del invierno cubre los campos, de donde se espera que brote, de nuevo, la vida. Es el fin de un ciclo para la comunidad. El tiempo no evoluciona en línea recta, dio una vuelta sobre sí mismo, y todo debe recomenzar de nuevo. Los asuntos por resolver, en el ciclo que acaba, tienen que concluir, y la vida de la comunidad debe ser refundada. Las máscaras aparecen entonces, cumpliendo con sus preceptos antiguos de rito social y agrario. Ellas reinstalan el caos primordial, de donde es posible inaugurar un nuevo tiempo. Son los Caretos, el Carocho, el Chocalheiro, el Velho, de las fiestas de Diciembre y de Enero, pero también los Caretos y las Caretas de Febrero, que celebran el Carnaval.
Hay comportamientos extraños, cargados de simbología sexual: los Caretos que persiguen a las muchachas, que las pegan con vejigas de puerco henchidas de aire, o balanceando ristras de cascabeles contra su cuerpo, en un esforzado y violento abrazo. Pero hay también, tanto en Diciembre como en Febrero, la crónica de los acontecimientos protagonizados por elementos de la comunidad en el ciclo que acaba, leídos por los Caretos o por los Mordomos de la fiesta, como ocurre en Lazarim y ocurría en Aveleda y que incluso llegan a ser teatralizados, como sucede en Varge.
Instrumentos para convocar al caos, a las fuerzas primordiales e infra-humanas en el espacio mítico de la aldea, en búsqueda de la alteridad, de la inversión y crítica de las identidades y de los comportamientos sociales y van parejas a las crónicas narradas en verso, por más enigmáticas que nos parezcan, en todo caso siempre surgen las máscaras, objetos que encierran un tremendo, misterioso y fascinante poder, que nada ocultan, pero lo desvelan todo. “
Adjuntamos imágenes que pudimos tomar en ocasión de la visita a tan impactante exposición.