Rosa Navarro, titiritera de Valencia fundadora junto con Josep Miquel Beltrán, de la compañía Lluerna Teatre, ha muerto hace apenas unos días, víctima de una enfermedad repentina y fulminante. Una pérdida terrible no sólo para la compañía y por el pequeño teatro que acababan de abrir en Valencia sino también para todo el teatro de marionetas del país. Carles Cañellas, que conocía muy bien a Rosa, ha escrito un texto que publicamos en esta entrada donde se habla de esta titiritera de genio, carácter y una entrega absoluta a su trabajo. Todos los que conocimos a Rosa Navarro la recordaremos siempre. Desde Titeresante queremos expresar nuestro más sentido pésame a la familia y a sus compañeros de trabajo.
Rosa Navarro, actriz vocacional, devenida titiritera convencida.
En 1982, una vez manifestado su interés por el teatro, Rosa empieza a estudiar para ser actriz.
A partir de 1985 se convierte en profesional y actúa en varios montajes, en alguno de los cuales tiene la oportunidad de establecer un primer y trascendental contacto con los títeres. Y es que, a medida que probó a manipularlos y fue descubriendo el potencial y la fuerza escénica que se genera al animarlos, su vocación teatral la volcó de lleno a ellos. Lo vio claro, éste debía ser su medio de expresión dramática.
Rosa navarro y Josep Miquel Beltran.
Su convencimiento hace que en 1989 participe en la creación de Lluerna Teatre, la que será su casa, su familia, su vida.
Ser titiritera no es fácil ni sencillo. Lo sabía muy bien, pero no la asustaba, sacaba fuerzas de donde fuera necesario para seguir adelante porque lo tenía decidido, eso es lo que le gustaba hacer y lo haría.
Durante dieciséis años compagina el trabajo en la compañía con la enseñanza. Comparte su experiencia profesional dando clases de teatro y dirigiendo los trabajos escénicos de sus alumnos de Meliana.
Abierta al mundo y curiosa por conocer otros profesionales, otras realidades, mantiene contacto con titiriteros de todas partes, a los que siempre dejó las puertas de su casa generosamente abiertas, con una sonrisa en los labios y un plato en la mesa.
Dotada de grandes capacidades interpretativas gracias a sus estudios dramáticos, tenía la dulzura y también la fuerza en la voz, la suavidad y asimismo la energía en la manipulación y el saber estar sobre un escenario, con control del ritmo, control del espacio.
Trabajadora a todas horas, asumía las tareas de gestión y producción como un elemento natural más de su trabajo. Sin aspavientos. Sabiendo lo que se cuece. Buscando soluciones imaginativas para resistir, para no traicionarse. El Teatre Lluerna de Benimaclet, nacido en 2012, es un ejemplo más de ello. El último desgraciadamente, porque tuvo que ser una enfermedad la que la bajara de los pequeños escenarios que tanto la hacían disfrutar.
El catorce de marzo de este año nos dejó Rosa Navarro, una titiritera convencida.
Sentimos, y de qué manera, a faltar su presencia. Su ejemplo de mujer titiritera, llena de fuerza y coraje, nos debe servir para seguir adelante y perseverar en este oficio.
Si te gustan los títeres, si te sientes feliz animando esos objetos, si crees que pueden transmitir todo lo que llevas dentro, si notas como a través suyo llegas a los sentimientos más profundos de los espectadores, entonces eres como fue Rosa, titiritera por puro convencimiento.
Estoy anonadado. Gracias por tus palabras, Carles. La parte femenina de Lluerna se ha apagado. Recuerdo una función en el Monasterio de Veruela en la que se fue el sonido. La culpa fue de la organización, es decir mía. Rosa y Josep siguieron adelante solo con su voz. El público, con tantos niños, los siguió en medio de un gran silencio para poder escucharles en aquella gran sala de piedra. Y al final con un gran aplauso. Vaya un gran aplauso para Rosa Navarro.