Toulouse, la segunda ciudad universitaria de Francia y sede de la industria aeronáutica y espacial del país, se está convirtiendo también en un importante centro estratégico de la marioneta. No sólo por la densidad de grupos de títeres que allí habitan y por los festivales que se realizan en la región, sino porque desde hace ya unos años existe un importante centro dedicado a acompañar y a promover la creación de espectáculos de títeres en una acentuada línea de contemporaneidad interdisciplinar: el Odradek. Los artífices del proyecto son los dos miembros y veteranos titiriteros de Pupella-Noguès, Joëlle Noguès y Giorgio Puppela, que tras años de luchar en solitario con la compañía en la confección de espectáculos cada vez dotados de mayor exquisitez y sofisticación dramatúrgica, han decidido institucionalizar un proyecto formativo y de comunicación de su experiencia.
Una de las salas del Odradek.
Forma parte el proyecto de una red que existe en Francia –y que debería inspirar iniciativas parecidas en nuestros países– llamada “Les Lieux Compagnonnage Marionnette”, que traducido sería algo así como “Los espacios de Acompañamiento de la Marioneta”. Una palabra, Campagnonnage, intraducible, al designar un movimiento obrero francés iniciado en el siglo XIX en el que sus miembros recorrían el país para aprender los oficios junto a los maestros locales. Muy influenciado por la Francmasonería –y algo misógino, según tengo entendido–, vendría a ser algo así como una rama obrera de la misma. La creciente industrialización a mediados del siglo XIX fue acabando con este movimiento, aunque no por ello haya desaparecido su espíritu y su presencia en la sociedad francesa. Curioso que en la misma Toulouse haya un Museo del Campagnonnage –que no pude visitar pues sólo abren algunos días del mes–, pero sin duda estos Lugares de Acompañamiento creados por el Ministerio de Cultura beben de tales fuentes histórico-sociales. Por cierto, en el Musée Gadagne de Lyon –uno de los referentes europeos de la marioneta de guante, mayormente dedicado a Guignol– hay también una sala dedicada al Campagnonnage.
De eso trata el Odradek creado por Puppella-Noguès: “aprender el oficio de titiritero junto a los maestros locales”. La directora del mismo és Joëlle Noguès, siendo Giorgio Pupella el director artístico. Es interesante conocer el significado de la palabra Odradek. Según nos cuenta nuestra amiga Wikipedia, “es una criatura imaginaria que aparece en el cuento corto “Las Preocupaciones de un Padre de Familia” de Franz Kafka. Y según lo describe Jorge Luis Borges en su bestiario «El Libro de los Seres Imaginarios», «su aspecto es el de un huso de hilo, plano y con forma de estrella, y la verdad es que parece hecho de hilo, pero de pedazos de hilos cortados, viejos, anudados y entreverados, de distinta clase y color. No sólo es un huso; del centro de la estrella sale un palito transversal, y en este palito se articula otro en ángulo recto.» Toda una declaración de principios para un centro de marionetas: un nudo real y simbólico de múltiples dimensiones plegadas, que también es una criatura imaginaria…
El centro, situado a las afueras de Toulouse, en un borde urbano casi a campo abierto, consta de dos edificios: uno para el trabajo propiamente dicho (oficinas y zona administrativa, una magnífica sala de ensayo bien dotada con capacidad para una setenta personas, un taller de escenografía y construcción, y otro taller para el vestuario y las telas) y el otro edificio para el descanso y las comidas de los artistas residentes.
Giorgio Pupella y Joëlle Noguès en el taller del Odradek.
Me cuentan sus directores que lo óptimo es tener unas cuatro compañías invitadas -aunque este año han sido seis. Pueden ser alumnos que han acabado sus estudios en alguna escuela europea de títeres (como la de Charleville-Mézière, con cuyo Institut tienen un convenio de colaboración para acoger proyectos de quiénes han acabado sus estudios), o pueden ser compañías profesionales que necesitan un espacio donde acabar, redondear o empezar algún proyecto que conecte con las líneas maestras del centro: contemporaneidad y combinación de lenguajes.
Teatro de Metamorfosis, lo llama Joëlle Noguès. Gusta esta creadora francesa nacida en la lejana Normandía de llamar así al moderno teatro de marionetas que cada vez se aleja más de las formas tradicionales. Un teatro que se siente a gusto en las zonas limítrofes de los géneros que lo componen. Al estar en los límites, las formas, los usos y las funciones se mimetizan unos respecto a otros, y así se transforman continuamente. Un juego, pues, de metamorfosis constante.
He aquí algunos ejemplos de trabajos en “campagnonnage” que se han presentado o se van a presentar este curso en el Odradek:
– el Collectif AIAA, de Déborah Hafota-Masson y Romain Louvet, presentó el 25 de enero de 2014 el espectáculo “Badoum”.
– la Compagnie 25 WATS, de E.Lévy, presentó el 20 de febrero de 2014 “Pied de Nez”, un espectáculo para adultos a partir de una idea original de Emmanuelle Lévy y Eduardo Gomes de Abreu.
– Pierre Tual, de Bélgica, presentó el 21 de febrero de 2014 “Fastoche”, espectáculo para adolescentes y adultos puesto en escena por Yngvild Aspeli y Pierre Tual, con marionetas de Polina Borisova.
– la Compagnie Métaphores, de Jean-Paul Ouvrard, presentará el 28 de marzo de 2014 en el teatrillo del Odradek el ejercicio “Tête à Tête, poema visual y musical, onírico y burlesco, para adolescentes y adultos, en el que se utiliza la idea del cerebro como un gran teatro…
– la Compagnie Ingirum, de C.Faucompré y S.Deveau, presentará el 18 de abril de 2014, “Dans les pas de Marie-Odette”, espectáculo para niños a partir de 4 años.
Para más información sobre el Odradek, vean aquí.
El Ubú(S) de Pupella-Noguès.
Uno de los objetivos de mi visita a Toulouse fue ver este espectáculo, última creación para público adulto de la compañía Puppela-Noguès, que se representó durante el fin de semana del viernes 21 al domingo 23 de marzo de 2014 en una de las salas del Théâtre Garone. Dirigido y con escenografía de Joëlle Noguès, dramaturgia de Pauline Thimonnier, música de Camille Secheppet y la Orquesta ”processioni e paradi”, Ubú(S) está interpretado por Giorgio Pupella y Polina Borisova.
Escena inicial del Ubú.
Dos son las principales singularidades de esta versión de la obra de Jarry: una es que se representa sin texto alguno, salvo algunas frases que suenan como ecos en off sumados a otros sonidos humanos y no humanos, y que se juntan a la música de la orquesta ”processioni e paradi” para constituir la potente banda sonora que sostiene la hora larga de representación. La otra singularidad es que el único personaje visible es Ubú representado por la marioneta de un simpático, grotesco e impresentable cerdito que requiere de dos manipuladores, en una técnica que podríamos denominar de “pequeño bunraku de mesa”.
Un triángulo pues, el formado por los dos manipuladores y por la pequeña marioneta, verdaderos protagonistas de la obra, pues en la dinámica transformativa de los tres a lo largo de la obra, se desarrollará todo el proceso dramatúrgico, de una increíble riqueza de contenidos.
Se inicia el espectáculo con el títere movido por los dos eficientes manipuladores que desde la mayor distancia y neutralidad respecto al personaje, se encargan de darle vida. El escenario es una mesa tras un festín, sobre la que el cerdito se regodea goloso y hambriento con afanes de hacerse con los sabrosos restos. Banquete de aristócratas, sobre cuya mesa pende una bandera con un escudo de un águila real. Ubu tira de la misma y por casualidad se hace con la corona. Y del mismo modo que el hábito hace al monje, se puede decir que la corona hace al rey, de modo que el cerdito se convierte en un impresentable Ubu Roi.
Polina Borisova y Giorgio Pupella como manipuladores distantes.
Y he aquí como poco a poco, la figura del títere que se ha convertido en personaje soberano, en Rey, acaba contaminando a los dos manipuladores, que pierden su distancia neutra y aparecen con narices atocinadas que lo son también de payaso. Pasan pues a una nueva condición de clowns, activos, aunque sumisos y serviles en relación al que deben obedecer y servir, para darle movimiento, vida y espacio. Una situación transformativa que irá en aumento, pues los dos manipuladores son cada vez más clowns, mientras la marioneta casi desaparece de escena: al ser tan poderosos los roles de rey y de tirano de Ubú, no es necesario que esté. Su elipsis es tan poderosa como el arquetipo que encarna, el del poder.
Y es así como los contenidos del Ubu Roi de Jarry se van explicando en breves secuencias de síntesis en las que el verdadero argumento es este deslizamiento de la marioneta a figura despótica y casi elíptica, y el de los dos manipuladores, cada vez más poseídos por su grotesca sumisión al poder, hasta que al final, por saturación y por reducción al absurdo, uno de los personajes empieza a ser consciente de su situación y a rebelarse de la misma, cerrando el ciclo del poder que nace, se afirma y cae.
Los manipuladores convertidos en clowns.
Una propuesta que va a las esencias del teatro de marionetas, al plantear la relación manipulador-títere según sus funciones de sujeto-objeto: ¿quién es uno y quién el otro? El titiritero, al proyectar vida y personalidad a la marioneta, otorga a ésta el papel de sujeto quedándose él en mero objeto. Una relación que el encumbramiento de la marioneta en rey –Ubú– acentúa, aumentando el carácter pasivo pero visible del manipulador: adquiere de este modo un carácter activo aunque servil. La sobre-excitación de la marioneta en su conciencia de tirano, contamina la pasividad del manipulador, que se ve arrastrado a “actuar también” en el escenario. Una contaminación liberadora, pues a la larga, la autoconsciencia de la humillación servil provoca la rebelión del manipulador-clown contra el títere-tirano. Es en este reflejarse constante entre títere y manipulador, sujeto y objeto, tirano y siervo, donde surge la brecha libertaria.
A destacar la magnífica actuación de los dos manipuladores, Polina Borisova y Giorgio Pupella, en su difícil tarea de transformarse durante el espectáculo en dos funciones tan diferentes –y tan complementarias. Asimismo, la importancia del espacio en la propuesta es fundamental, muy bien armado con una única mesa larga –y trucada– en medio del escenario y con las luces, cuyos focos y lámparas quedan bellamente incorporadas en la escenografía, cuya finalidad es ir básicamente a lo esencial.
En definitiva, un trabajo tan extraordinario como complejo, refinado y, en cierto modo, brutal, que hizo las delicias de un nutrido público que premió a los artistas con repetidos y merecidos aplausos.