Tuvo lugar la semana pasada, entre el 27 y el 30 de marzo de 2014, el Encuentro de Títeres de Guante («Marionetas de Luva» en portugués) que lleva celebrándose desde hace tres años en la localidad alentejana de Montemor-o-Novo, en Portugal. Un encuentro de cuatro días de duración, breve pero intenso en contenidos, pues la organización del mismo promueve un ritmo alto en representaciones y encuentros, así como una mesa redonda en la que los participantes pueden debatir sus ideas.
En concreto, participaron en este Encuentro la compañía Pelele de Paz Tatay con «Tauromaquia», Irene Vecchia de Nápoles con su espectáculo «Pulcinella e le Guaratelle», Marionetas João Costa – Teatro Dom Roberto con su Tourada, Alma d’Arame con «As Historias de Zé Broa», la compañía de Évora «Erase uma vez – Teatro de Marionetas» con «O Capuchinho Vermelho», y quién escribe estas líneas, con el espectáculo «A Manos Llenas». Todas las funciones llenaron las salas de exhibición, con un público atento y entregado.
Amandio Anastácio, de Alma d’Arame, con el Autor de su Retablo de Don Cristóbal.
Fue una preciosa oportunidad de poner frente a frente y en promiscua relación varias tradiciones del sur europeo, como son la napolitana y otras de la Península Ibérica, unas antiguas y otras reelaboradas desde el presente. También fue una ocasión para entrar en contacto con realidades teatrales sorprendentes y en cierto modo insólitas, como es la de esta ciudad pequeña del Alentejo, a unos veinte kilómetros de Évora, que gracias a una inteligente política de labor estratégica en los terrenos del teatro y de la cultura -Montemor-o-Novo cuenta desde hace más de treinta años con un ayuntamiento gobernado por el Partido Comunista de Portugal-, ha conseguido situarse en el mapa creativo del país con dos festivales internacionales de títeres anuales (El citado Encontro de Marionetas de Luva en marzo y el Encontro Internacional de Marionetas en junio), un festival de teatro en octubre, una programación regular de teatro y títeres durante todo el año, y un Centro Coreográfico situado en las instalaciones del antiguo Convento da Saudação que hay en la zona del castillo.
Convento da Saudação, en el Castillo de Montemor-o-Novo.
La compañía y productora Alma d’Arame, que dirigen Ildeberto Gama y Amandio Anastácio, con la férrea mano administrativa de Sandra Soares, no sólo es la responsable de producir los tres festivales citados y de llevar a cabo las programaciones de títeres, sino también de crear dos nuevos espectáculos al año de teatro visual y de marionetas. Todo un alarde de activismo artístico y titiritero que sólo puede entenderse por hallarse incrustado en un contexto político-cultural que optó en su día por la Cultura en mayúscula como inversión de futuro. Una estrategia que los actuales tiempos de cambio de época y de énfasis en las creatividad no hacen más que avalar. Por cierto, Montemor-o-Novo, gracias al buen hacer de sus gobiernos de izquierda y del último de sus alcaldes, es de los pocas ciudades de Portugal que tiene sus cuentas públicas saneadas. Una excepción en el mapa ibérico de ciudades con economías en desahucio.
El Cine-Teatro Curvo Semedo.
Interesante las instalaciones que el Ayuntamiento montó en su día bajo las gradas del Cine-Teatro Curvo Semedo, el «Centro de Animação Oficina da Criança», un amplio espacio abierto todo el día y gratuito para los niños y los jóvenes de Montemor, con talleres de cerámica, de pintura, de tapices, de modelaje… Un lugar que ha sido escuela complementaria y estímulo a la creación para los jóvenes con inquietudes del lugar.
Imágenes de la Oficina da Criança de Montemor-o-Novo.
Cuidado, nos hallamos en zona geográfica titiritera: es en el Alentejo donde se han conservado ciertas formas arcaicas de teatro de marionetas de antiquísimas raíces como son los afamados Bonecos de Santo Aleixo, hoy ubicados en la ciudad de Évora. Una realidad que sigue viva, como me contaron Ildeberto Gama y Amandio Anastacio, no sólo por los actores del Centro Dramático de Évora, que mantienen siempre muy viva la tradición, sino también porque existe otra compañía creada en los años setenta por Dona Ermelinda llamada Bonecos Bailarinhos de São Bento do Cortiço, cerca de Estremoz, cuyo guitarrista, o Mestre Domingos Sande, es el mismo que tocó con la Nova Companhia de Bonecos referida por Azinhal Abelho (colecção Teatro Popular Português), a qual actuava a partir da aldeia de Orada, concelho de Borba. Dona Ermelinda sigue actuando con su compañía de vez en cuando con el viejo sabor popular de antaño, para goce de los que tienen la suerte de asistir a estas representaciones, verdaderos viajes en el tiempo.
Pero volvamos al presente y al último Encontro Internacional de Marionetas de Luva.
Los Robertos
João Costa lleva ya unos cuantos años enfrascado en dar vida a su propia versión del Teatro de Dom Roberto, que parte de los cánones establecidos por los maestros Antonio Dias y João Paulo Cardoso, creadores de una línea clara en cuanto a la forma, el estilo y el repertorio: títeres con una figuración muy estilizada, de rostros pintados sobre tacos de madera redondeada, y retablos sin decorados fijos ni artificios de ningún tipo. El propósito de João Costa era estrenar una nueva historia, El Cazador, empeñado como está en crear un nuevo repertorio para los Robertos, pero problemas de salud lo impidieron, retrasando el estreno. Pero decidido como estaba a actuar, nos ofreció una parte de su «Tourada», un tema que bebe de la más pura tradición titiritera ibérica -pues la Corrida, sea en su versión portuguesa o española, es uno de los temas más recurrentes en toda la Península, desde el Norte cantábrico hasta el Sur andaluz, y desde el Oeste galaico-portugués hasta el Este catalán, valenciano e incluso balear.
Os forcados frente al toro.
Tourada a la portuguesa es la que nos ofreció João Costa, esa que no mata al toro sino que juega con él, a caballo, con el capote o con los «forcados», los que buscan inmovilizar al toro sólo con la fuerza de los brazos. El juego del titiritero de Lisboa se limitó a la figura del «Peão de Brega» -el encargado de situar al toro-, protagonista de la primera secuencia de manipulación, de hilarantes momentos, para acabar con la intervención de un divertido grupo de tres «forcados», una innovación de João Costa consistente en un único títere de tres cuerpos cogidos uno detrás de otro que tiene por misión sujetar al toro.
João Costa con Os Forcados.
La representación, que tuvo lugar al aire libre en la cuidada placita que se encuentra entre el Mercado y el Cuartel de los Bomberos -justo al lado de donde se alza un monumento al Bombeiro Voluntario- fue muy bien recibida por el público, que aplaudió el tremendo esfuerzo que tuvo que hacer el titiritero para actuar. Aplausos que, traducidos al lenguaje de la tauromaquia española, corresponderían sin duda a más de alguna oreja.
Zé Broa
Actuó tras él Zé Broa, en una producción de Alma d’Arame con dirección de Ildeberto Gama -ferviente defensor de la tradición titiritera de los Robertos, a la que intenta renovar y dar a su vez con nuevos rostros. Zé Broa es un titiritero de feria, relacionado de lejos con la familia del gran maestro Manuel Rosado, uno de los titiriteros que allá por los años cuarenta, cincuenta y sesenta recorrían el país de feria en feria con compañías que incluían pabellones de gran capacidad de público y a veces incluso una orquesta de al menos cinco músicos.
Actuación de Zé Broa.
Hoy, Zé Broa actúa con un retablo muy sencillo y con funciones de apenas cinco minutos de duración, suficientes para atraer al disperso público y captar así sus aportaciones voluntarias.
En Montemor, presentó el número del Barbeiro con un retablo portátil y la cabeza cubierta con una estructura que recordaba la de las que se usan para protegerse de las abejas. Muy interesantes fueron sus títeres, más cercanos a las caras de los Robertos de antes, los que se pueden ver en el Museu da Marioneta de Lisboa, pertenecientes a titiriteros como Manuel Rosado o Joaquín Pinto, que a los más estilizados de la línea Dias-Cardoso.
Zé Broa con Ildeberto Gama.
La presentación de Zé Broa responde a esta apuesta de Ildeberto Gama por recuperar otras formas de Robertos hoy casi perdidos en el tiempo.
El Currito Ibérico de Paz Tatay
Nos presentó Paz Tatay, titiritera de Madrid afincada hoy en la zona de Toulouse, en Francia, su Tauromaquia. Acompañada de Alice Behague con su acordeón, trompeta y otros instrumentos, desplegó Paz su profundo conocimiento de las distintas tradiciones ibéricas de los llamados «curritos» o «cristobitas», que a partir de las rutinas del Dom Roberto portugués, del Pulcinella italiano y de otras formas populares del títere europeo, se han ido desarrollando en los últimos tiempos.
La Muerte en el inicio de la obra de Paz Tatay.
Pero la gran virtud de Paz Tatay es que consigue hacerse suyas todas estas tradiciones, elaborando un lenguaje propio de un original virtuosismo, con una técnica de manipulación muy refinada y fluida que sin buscar alardes de «alta velocidad», consigue embrujar y seducir al público. Todo un despliegue de secuencias que ella hilvana a partir del personaje de la Muerte.
Los títeres de Paz Tatay.
En efecto, su espectáculo, centrado en la Tauromaquia como su título indica, en realidad gira en torno al personaje de la Muerte, que empieza y cierra la obra. Un formato que se asocia al de las antiguas Danzas de la Muerte, en las que la Parca triunfa siempre sobre todos los personajes, sean ricos, pobres, guapos, listos o feos. En este caso, su «danza» se ciñe en un torero, Curro, su amada esposa, el bebé y el toro.
Las escenas, hilarantes y llenas de una sutil delicadeza en la manipulación, se van sucediendo en una rica combinación de gags, equívocos y feroces persecuciones. La Muerte, esa gran figura del teatro de títeres popular europeo, consigue hacerse simpática y hasta entrañable. Al final triunfa, no sin antes haber recibido no pocos estacazos.
Pulcinella y los Guaratelle.
Fue una suerte ver a una titiritera joven de los guaratelle napolitanos, reconocida como uno de los jóvenes valores al alza de esta especialidad, de nombre Irene Vecchia. Discípula de Bruno Leone y también de Salvatore Gato, con los años ha conseguido hacerse con un acusado estilo propio.
El Pulcinella de Irene Vecchia.
Pertenece Irene a este grupo de titiriteros a los que también hay que llamar músicos, en la especialidad de la percusión, línea fundada por el maestro Gato, quién hizo de sus capacidades rítmicas su principal signo de identidad -llegó incluso a actuar haciendo dúo con una batería al lado. El estilo de Irene Vecchia es en este sentido vigoroso y potente, de una fuerza insólita en el uso de los sonidos producidos por el choque de las maderas de los títeres -manos, cabezas y cachiporras- y del retablo. Espectáculo rítmico-percutivo que requiere de un dominio exhaustivo y muy estudiado y estricto de las secuencias y de las diferentes rutinas de manipulación. Con sólo cinco personajes, Pulcinella, Teresina, el Perro, Pasquale y la Muerte, más el cajón que centra la dinámica de la última parte del espectáculo -y las distintas cachiporras de grosores crecientes-, Irene Vecchia consigue dar vida al viejo arte de los Guaratelle durante tres cuartos de hora largos, conquistando al público que llenó la Sala Estudio del Teatro Victor Semedo.
Irene Vecchia con su Pulcinella.
Un viaje en el tiempo, tal como ella misma nos indicó al empezar el espectáculo, pues fue intención de Irene presentar una función en el más puro estilo napolitano, hablado todo él en la lengua de Nápoles -sin que ello fuera obstáculo alguno para la comunicación. Un trabajo que nos ilustró no sólo sobre los trazos y las formas de esta gran tradición mediterránea, origen de tantas otras familias polichinescas de Europa, sino también de la vitalidad que hoy sigue gozando, renovándose con nuevas generaciones que lo recrean y lo hacen evolucionar manteniendo vivas las esencias más profundas de su arte.
«Erase una vez» y el Capuchinho Vermello de José Carlos Alegría.
Fue un placer reencontrar a este antiguo manipulador de los Bonecos de Santo Aleixo -su esposa Ana sigue siendo uno de los principales valores de esta mítica compañía- quién ya en los noventa decidió dejar los títeres de Santo Aleixo para embarcarse en una aventura personal de titiritero. Atraído por la libertad que ofrece esta profesión -pero también obligado a crear un repertorio y un lenguaje propio desde cero-, Alegría ha levantado su propia compañía que hoy cuenta con la colaboración de sus dos hijos Miguel y Margarida.
Actuación de la copmpañía «Erase uma vez».
Su gran mérito es haber combinado obras del repertorio clásico de los títeres, como el Retablo de Don Cristóbal, de Lorca, o las obras de Gil Vicente «Auto da Barca do Inferno», «Auto da India» y «Auto de S.Martinho», con otras obras de creación propia inspiradas en los cuentos populares: «O senhor Bartolmeu», «A Azinheira Sinaleira», «A Formiga e o Coelhinho» o el «Capuchinho Vermelho» estrenado en Montemor.
José Carlos Alegria y Margarida Alegria.
Una obra para títeres de guante en un retablo pequeño y cerrado, con decorados distintos para cada escena, en la que tanto José Carlos Alegría como su hija Margarida hicieron alarde del gran dominio que tienen de las voces, con un texto fresco y divertido que hizo las delicias del público presente. Una historia, la del Capuchinho Vermelho, harto conocida que los de «Erase una vez» presentaron sin dulcificación alguna, es decir, con las correspondientes comilonas del lobo, que se zampa a nieta y abuelita, y cosido final del vientre del feroz animal con piedras en su interior. Un tratamiento pues clásico y sin disimulos de la tremenda historia, lo que siempre es de agradecer.
A Manos Llenas
Para mi espectáculo «A Manos Llenas», remito al lector a los artículos publicados en Putxinel·li aquí.
Opiniones sobre las tradiciones titiriteras de guante
Como antes se ha dicho, hubo una mesa redonda entre los titiriteros presentes, con moderación de Ildeberto Gama, en la que tanto Irena Vecchia, Paz Tatay como quién escribe estas líneas, pudimos dar nuestras opiniones sobre las tradiciones existentes y su futuro. Irene Vecchia defendió el carácter de ritual que tienen las funciones de Pulcinella, sin pesar demasiado que haya o no innovación, pues para ella lo importante es el «ser» y el «estar» en presente durante el tiempo de la función. Una concepción pues del oficio titiritero íntimo y «esencialista» , donde prima la vivencia sobre las demás consideraciones.
Momento de la conferencia: Toni Rumbau, Ildeberto Gama e Irene Vecchia.
Paz Tatay apuntó que su vivencia de los títeres era una manera de decir verdades propias, de poder manifestar los aspectos oscuros que sólo con muñecos pueden expresarse. Una concepción vitalista, lúdica y personalizada, en el sentido de ser la expresión de facetas ocultas incluso desconocidas para uno mismo.
Un servidor habló del carácter catártico de este tipo de tradiciones titiriteras, en las que el tiempo del rito de la representación te conecta con energías que parecen venir de muy lejos y de muy antiguo. Aunque también dije que las fuentes hoy estaban secas, y que el reto de los nuevos titiriteros era sacar energía de uno mismo. En este sentido, la ventaja que tienen estas tradiciones es que constituyen en sí mismas «pequeñas máquinas energéticas» que funcionan por si solas una vez se las activa. Pero tanto esta desecación de las fuentes como la actual libertad mitológica y de «tiempos diferentes» que vivimos, nos permiten recrear las viejas tradiciones e inventar otras formas así como nuevos personajes y repertorios.
La Plaza de Toros de Montemor-o-Novo.
Teniendo en cuenta que los grandes cambios de época de la Modernidad -Renacimiento y Revolución Francesa con el Romanticismo al lado- fueron determinantes para la aparición de personajes y repertorios de lo que podrían denominarse «pequeños mitos laicos, populares y callejeros», nuestra actual época de cambios radicales debería también conllevar forzosamente una tercera oleada creativa de nuevos pequeños mitos laicos. Ello explicaría el actual renacimiento de bastantes de estas tradiciones, que en muchos lugares gozan de una vitalidad impensable hace tan sólo unos veinte o treinta años. Un futuro pues abierto y excitante, en el que los viejos títeres de guante siguen gozando de la misma y extraordinaria vitalidad de antaño -aunque su energía provenga de fuentes que aún desconcemos…