Un festival internacional de teatro de títeres es casi siempre una mezcolanza de arte y libertad. Estilos, estéticas y poéticas de creación se dan la mano sobre el escenario para propiciar  diálogos, controversias y múltiples juicios acerca de lo presentado. La celebración del XI Taller Internacional de Títeres de Matanzas (TITIM), junto a la reunión mundial de la UNIMA (Unión Internacional de la Marioneta), no fue ajena a esta fiesta de representaciones y criterios. España, uno de los cuatro países europeos invitados, junto a la República Checa,  Alemania y Finlandia, aportó dos puestas en escena con un género no muy común en estas lides: la conferencia-espectáculo.

11 Taller Internacional de Títeres de Matanzas, Cuba

Joan Baixas, uno de los grandes del retablo internacional, estrenó “Oh la ¡La marioneta!”. Mediante citas de pasajes literarios, el uso de proyecciones y la animación de figuras con el sello reconocible de su arte, Baixas compartió con el público asistente a la Sala Papalote, el 26 de abril de 2014, la influencia ejercida en él por la cultura, desde que abriera los ojos en la Barcelona de 1946, donde fundó años más tarde, junto a Teresa Calafell, la reconocida agrupación La Claca. Por la pantalla desfilaron imágenes del montaje “Mori el Merma”, “Peces abismales”, “Laberint”, “Terra Prenyada”, “La música pintada” o “Zoé, inocencia criminal”, junto a los rostros de los pintores Joan Miró, Antonio Saura, Matta y Antonio Tapies, entre otros imprescindibles.

Joan Baixas
Joan Baixas. Foto de Jesús Atienza.

Baixas ha sido constantemente un artista inclasificable, su conferencia-espectáculo también lo fue. Para los que ya lo conocían, el paseo autobiográfico fue evocador de altos momentos de la historia universal del teatro de muñecos en el siglo XX y comienzos del XXI; para los más nuevos, fue el testimonio en vivo de un provocador de pura cepa, que lo mismo desafió la tradición de animar figuras y objetos dando vida a materiales efímeros, que pintó en directo con colores ocres sobre un bastidor translucido, utilizando como fondo temas musicales de Steven Kent, Ozcimi y Caetano  Veloso.

Joan Baixas
Imagen del espectáculo de Joan Baixas. Foto de Jordi Bover.

Lo que nadie adivinó, es que tras el hablar pausado del profesor, artista plástico, investigador, más un sinfín de oficios artísticos libres de cualquier intento de definición, había un hombre que atravesaba una fuerte dolencia viral, y que no por ello dejo de impartir su taller “El cuerpo en ascua”, para aficionados y profesionales de la titiritería, ni de realizar con un esfuerzo inmenso, esta función única e inolvidable que dedicó al desaparecido colega vasco Miguel Arreche. Privilegio del panorama teatral ofrecido por la XI edición del TITIM, muchos se preguntaron si lo que habían visto estaba más cercano de una conferencia que de un espectáculo y viceversa. La interrogante quedó en el aire suspendida. Para mí tal cuestión no tuvo importancia alguna, hay momentos del arte que no valen por la narración aristotélica de una historia, sino por constituirse sobre las tablas en la defensa de los principios artísticos de un gran creador.

II

La otra conferencia-espectáculo, bajo el título “El alma del pueblo”, correspondió a Etcétera, de Granada, una compañía con más de 30 años en la brega titeril, conocida en Cuba por sus visitas en 1988 y 2012. Para la agrupación andaluza, los muñecos han sido siempre las mejores metáforas de la vida humana, por eso su líder Enrique Lanz, ha ido por el mundo, desde hace muchos años, documentando cámara en mano lo que ellos reconocen como historias de amor surgidas entre los hombres y los objetos en distintos lares del planeta.

Etcétera
Yanisbel Victoria Martínez, presentando «El Alma del Pueblo».

La espectacularidad característica de producciones como “Pedro y el  Lobo”, “La serva padrona”, “Soñando el carnaval de los animales” o “El retablo de Maese Pedro”, cede paso aquí a la austeridad en el escenario en todos los aspectos. Una especialista y defensora de los títeres nos cuenta, con el apoyo de vívidas filmaciones, acerca de tradiciones amenazadas, maestros sin discípulos, coleccionistas y de las diferentes formas de construcción de figuras, más la necesidad de transmitir el  milenario oficio a la nueva generación. Hasta aquí pudiera llegar la propuesta escénica de “El alma…”, en tanto disertación-representación, pero entonces no sería una propuesta ciento por ciento Etcétera, conjunto que conoce y domina la gracia de los seres inanimados. Echan mano a un personaje que casi parece de verdad: JFJ, homenaje tácito a maestros del retablo  como el argentino Javier Villafañe y los españoles Francisco Porras y Pepe Otal. Este proyeccionista o ayudante, acompañado de otro amigo músico, intervendrá en los parlamentos de la atinada conferencista, para establecer una simpática diatriba que aderezará todo el montaje hasta sobrevenir el final.

Etcétera
Marionetas de Etcétera con Enrique Lanz y Óscar Ruiz.

Pequeños  y grandes, tanto en las salas matanceras como en los predios teatrales y universitarios de La Habana, abrieron los ojos y las entendederas ante las atractivas imágenes proyectadas, provenientes de África, Asia y la vieja Europa. Muñecos auténticos, construidos en lugares lejanos, intercambian en la pantalla o en la escena con los títeres concebidos por Etcétera, hechos de materiales contemporáneos, realizados con una estética hiperrealista, deudora de un preciosismo que invita a mirarlos de cerca y fijarnos en los detalles increíbles de la piel, los cabellos o las articulaciones de las manos. El rejuego entre lo imaginado y lo real pierde sus demarcaciones, nos arrastra a todos en pos de una experiencia diferente. Sobria, pero fantástica,  rigurosa y a la vez intensa.

Las preguntas que surgen en el público al final de la conferencia-espectáculo granadina, son las mismas que estimularon la propuesta de Joan Baixas. Los seres humanos tenemos necesidad de explicárnoslo todo, somos reacios a invitaciones escénicas que rompen las convenciones establecidas. Si una cultura es esencialmente introvertida la necesitamos explayada y trepidante, si es divertida y vibrante le exigimos retracción y así gira la caprichosa noria de los gustos personales y la formación cultural de cada quien.  Ante “Oh la la ¡La marioneta!” y “El alma del pueblo”, dos historias titiriteras de un aliento indomable, solo podemos dejarnos arrastrar por el secreto a voces de sus propósitos artísticos, lo demás ha de morir irremediablemente en el eco de los aplausos conclusivos o en las paredes mentales que construimos los hombres para negarnos  el extraordinario ejercicio de conocer e imaginar.

Rubén Darío Salazar